Quiere ver a cerca de 10 mil damas desatinar, haga que Alejandro Fernández aparezca vestido en el escenario de charro, traje negro de gala, con brocados de oro y sombrero; y que baje de unas escaleras, con ese caminar lento majestuoso, como sucedió en el show Confidencias, el pasado jueves en Querétaro.

Al mismo tiempo, quiere ver cómo se echa a perder el que pudo haber sido el mejor concierto del año, organícelo en el Centro de Congresos, una gran bodega, espacio pelón y sin acústica, hecho y concebido para organizar exposiciones de todo tipo de productor.

Quiere usted ver a esas miles de almas dejar corazón y alma en la butaca, sólo es necesario que El Potrillo abra los brazos, como Cristo de tapatío, y les diga: “Esta canción está dedicada a las mujeres”, como lo hizo en el Centro de Congresos de esta localidad.

También pagar casi tres mil pesos por un boleto VIP y asistir a un concierto y no poder ver a Alejandro a sus anchas, porque las sillas estás todas al ras del suelo y cuando se levanta la gente a aplaudir lo único que ve son cabezas y más cabezas.

En todo caso, podrá ver a esas damas bailar solas, con una copa de vino en la mano y llorar como nunca han llorado al escuchar “Me dediqué a perderte”, en la voz de ese galán, hijo de Vicente Fernández.

En el recital de Confidencias de Alejandro Fernández, las hubo elegantes y con mini falda, sin importar que a la salida el frío calara hasta los huesos.

Las hubo tapadas y destapadas y también las hubo que se arreglaron como si fueran a una cita privada con El Potrillo.

Mujeres y más mujeres, de todas las edades y condición social, de todas. Asistieron mujeres niñas y mujeres ya muy mujeres, solas o acompañadas.

Fue el concierto perfecto para que el ser querido: galán, pretendiente, novio, esposo, amante, amigo con derechos, amigo sin derechos, le cantara al oído “Te amo” de Alejandro Fernández.

“Como ustedes saben, en días pasado tuve un accidente (volcó su camioneta en Zapopan) y he estado un poco mal, pero acá estamos, ustedes no saben que no tenía que dar este concierto, era el último que tenía que cancelar para retomar la gira”, dijo.

Entonces esas miles de mujeres se sintieron especiales, halagadas, como si El Potrillo hubiera hecho ese esfuerzo sólo por ellas y no por la vecina de la butaca.

Pero realmente quiere ver a miles de mujeres entrar en un momento de éxtasis y que griten como si las estuvieran matando, haga que Alejandro Fernández les cante “Mátalas” caso al final del concierto.

Quiere verlas perder los estribos y la poca cordura que les queda después de casi tres horas de espectáculo con El Potrillo, haga que Alejandro remate el show con “Como quien pierde una estrella”.

Y ya verá que cuando miles de mujeres se juntan para escuchar a Alejandro Fernández, no les importa nada, ni el mal sonido y las incomodidades del que pudo haber sido un gran show.

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