De esa niña a quien le daba pena ser escuchada mientras cantaba, no queda nada.

Llega al escenario vestida de negro y basta un movimiento ligero alzando los brazos para que cientos de alaridos acompañen su andar hasta el micrófono central.

El grito retumba en las paredes del Teatro Metropólitan cuando Carla Morrison habla con esa voz de mezzo soprano y lanza un mensaje:

“Hace mucho que no nos veíamos, me la pasé emborrachándome, pasándomela bien, estoy aquí para ponernos una ped... juntos”.

Minutos después, la cantante continúa con una arenga bien recibida por aquellos jóvenes que desde antes de las 20:00 horas, faltando casi una hora para el concierto, esperaban ya en su butaca.

“¡Estamos tristes, pero felices!, ¡ching... su madre!”, exclama.

Entre el público, apenas y media docena de personas, a lo largo de la hora y media del recital, se paran de su asiento para tomar fotos o cantar con “Eres tu” y “Mi secreto”.

Los demás optan por disfrutar todo desde su lugar, gastando la garganta entre canciones y aplastándose las palmas en los mismos tiempos, sin dejar de dar algún grito de “¡te amo!” a la cantautora.

Sobre la pantalla del escenario, se proyecta una galaxia de la que surge un cubo y que sirve como introducción al show de la nacida en Tecate, en el estado de Baja California.

Luego vendrá una boca con labios pintados y hasta un joven y el torso desnudo contoneándose al ritmo de “Azúcar morena”.

Antes, el timbiricho Benny Ibarra acompaña sorpresivamente a la ganadora de dos premios Grammy (por su más reciente álbum), para interpretar a dúo “Falta de respeto”.

“En el ensayo de pronto dije: ¡es Benny Ibarra!, qué estoy haciendo y me dio pena, lo admiro mucho”, recordó la chica nacida en 1986, cuando su invitado ya marcaba época musical al lado de Diego, Sasha, Alix, Paulina y Mariana.

“¡Gracias por compartir esta voz!”, dijo Benny a manera de agradecimiento mientras se alejaba a los camerinos caminando hacia atrás.

La noche estuvo conformada por “Pajarito de amor”. dedicada a Ismael, un joven fallecido por cáncer y cuya última voluntad era conocer a Carla en persona, lo cual cumplió.

Ocho músicos, incluyendo un cuarteto de cuerdas, interpretaron entre otras “No vuelvo jamás”, “Disfruto”, “Yo vivo para ti”, “Cercanía” y “Déjenme llorar”.

Carla no conserva nada de lo penosa que era y se agradece.

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