En la antigua Roma, los hombres besaban a sus esposas para comprobar si éstas habían bebido, si era así, les infringían duros castigos. Se creía que el vino podía convertir a la mujer más casta en la más impura.

Durante siglos, los sabores y aromas del néctar de la vid y de los destilados estuvieron prohibidos para las mujeres, y qué decir de su producción, no se les permitía la entrada a las bodegas por considerarlas impuras debido al periodo menstrual y se les responsabilizaba de que los caldos de la vid se malograran.

Hace poco más de tres décadas, en nuestro país era impensable encontrar el nombre de una mujer involucrado en el mundo del tequila o del mezcal, es más, el género femenino ni siquiera tenía cabida en las cantinas, que hasta 1982 fueron centros de recreo y desahogo exclusivos para el género masculino.

Sin embargo, eso es sólo cosa del pasado, de la historia, en la actualidad importantes nombres como el de Bertha González, maestra tequilera; Laura Zamora, primera enóloga de México, y Graciela Ángeles, maestra artesanal del mezcal en Oaxaca, son referente en ese universo, donde no sólo han accedido al mundo de los hombres, sino que también han triunfado de manera rotunda en el negocio de las bebidas.

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