Con críticas mediocres y ventas inferiores a lo esperado, en 2013 las divas pop —de Katy Perry a Lady Gaga, pasando por Britney Spears— perdieron en favor de sus colegas masculinos y de los roqueros el papel hegemónico que en los últimos años habían ostentado. Pero eso puede cambiar con Beyoncé.

En diciembre, cuando todo el mundo daba por hecho que el sucesor de “4” (2011) se haría esperar hasta 2014, Beyoncé volvió al mercado musical a lo grande y por sorpresa con la publicación de un disco homónimo y revolucionario que, sin promoción previa y de venta exclusiva al principio en plataformas digitales, ya lleva tres semanas en el número 1 de Estados Unidos.

Ese plazo le ha bastado para despachar la friolera de 1.4 millones de copias en todo el mundo, alcanzando el puesto 24 de los discos más vendidos de 2013, por delante de otras divas que han disfrutado de mucho más tiempo y atención de los medios, como Lady Gaga y Miley Cyrus.

La suya ha sido una maniobra completamente opuesta a la de sus compañeras, a pesar de que acabó 2012 ocupando portadas por su maternidad y de que comenzó 2013 siendo noticia tanto por su playback ante Barack Obama como por una actuación en la final de la Superbowl.

Pero el 13 de diciembre la ex Destiny’s Child dio un inesperado golpe en la mesa al anunciar la publicación inmediata de su quinto disco, un “album-visual” coescrito y codirigido por ella, bajo su producción ejecutiva y compuesto por catorce canciones y diecisiete vídeos, grabados en lugares tan remotos como Nueva York, París o Sidney.

A las puertas de la Navidad, sólo una semana después de la publicación de Britney Jean, álbum de Britney Spears, Beyoncé se hizo con el apoyo del público y, lo que es más difícil en este ámbito, con el aval de la crítica especializada.

Beyoncé es un trabajo tremendamente sensual —más en la onda de Donna Summers—, odas a la búsqueda de la felicidad y puros cantos de amor y celos, arropado por sonidos experimentales que hacen más sorprendente su actual éxito de público.

Prueba de su tirón es que Pink y Rihanna fueron las intérpretes femeninas mejor paradas del año que termina.

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