Nació en Jalisco pero lleva 30 años viviendo y pintando en Querétaro. “San Gaspar de los Reyes es el nombre de mi pueblo, era muy pequeño y tranquilo, un lugar polvoriento y seco, en épocas de lluvia fangoso. Todo era monocromático, blanco, con cerros como de cal, no había luz eléctrica, sólo había dos tiendas y una Iglesia enorme. Las únicas pinturas que veía eran las de la Iglesia. Las copié todas. Cuando pude tener mi primera caja de prismacolor comenzó el calvario para mi madre ya que pintaba en cualquier superficie de la casa”.

Armando Jiménez Reynoso lleva 40 años haciendo lo que más le gusta: pintar sin parar. Ha experimentado en varios estilos: figurativo, surrealista, abstracto, impresionista; pero la constante en su obra siempre ha sido el colorido de las flores, las frutas y animales. En los últimos años el artista ha incluido palabras en sus pinturas ya que siempre le han resultado magnéticas y misteriosas, pero el escribirlas en color negro le representó un reto importante pues por muchos años evitó el negro en su obra.

¿Rebelde o crítico?

“La primera batalla que tenemos que librar los creadores es con las instituciones de cultura. Los artistas que vivimos en esta ciudad no generamos gastos innecesarios como seguro de obra, empaque, transporte, viáticos, hospedaje, etc. Abrirnos espacio se puede lograr fácilmente, siempre y cuando haya voluntad”.

Armando Jiménez explica que paradójicamente los espacios para el arte se abren indiscriminadamente si de instalaciones se trata. “Algunas -muy contadas- valen el espacio que se les otorga; otras, son completos absurdos”. Desde su mirada crítica y su sentido del humor, el pintor expresa: “Ni el Antigua Colegio de San Ildefonso se ha librado con la exhibición de muñequitos de peluche decapitados, que de tanto llevar y traer ya están todos enterregados. Ya lo saben, no tiren sus peluches, quien quita y a la vuelta de la esquina compiten con la Mona Lisa…”

Jiménez describe su arte como cálido y actual, sin ser rabiosamente moderno. El artista sigue pintando, innovando, proponiendo, y no pierde las esperanzas de que las instalaciones y montajes que rayan en el absurdo no sean más que un desliz producto de la moda y por tanto con fecha de caducidad.

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