En Querétaro, los bailarines rusos presentaron un popurrí con lo más representativo de Piotr Ilich Tchaikovski, también ruso y el homenajeado de la noche, y demostraron por qué son los mejores del mundo en materia de ballet clásico.

Para empezar, los rusos dominan la técnica y tienen disciplina, y además tienen algo que los bailarines de otras nacionalidades no tiene: elegancia.

En Rusia, el ballet es un asunto de estado y alcanzar el reconocimiento en este arte puede ser un asunto de vida o muerte, y si existe duda alguna que le pregunten al director del teatro Bolshoi, Sergei Filin, quien recibió un baño de ácido en el rostro por disputas y envidias. Pero ese es otro tema.

La noche del miércoles pasado, en el Auditorio Josefa Ortiz de Domínguez, la compañía de Victor Korolkov ofreció un poco de El lago de los cisnes, un cacho de La Bella durmiente, un pedazo de El cascanueces. En resumen, fue un mixed con lo clásico del Ballet Clásico de Rusia.

La mezcla suena interesante pero, ya visto en el escenario, no resulta tan perfecto, no tan bueno como aseguran los críticos, también rusos, y tan citados por la prensa nacional.

El problema es que son fragmentos, casi cuadros escénicos, que no permiten apreciar la belleza total de la obra, porque cuando apenas se está empezando a disfrutar una pieza, ya empieza otra, así toda la función.

La buena noticia del show es que fue como ver varios espectáculos por el precio de un solo boleto. La mala noticia es que la revoltura de obras le resta belleza y le agrega cantidad.

La compañía de ballet de San Petersburgo es considerada una de las mejores de Rusia y de todo el mundo. Llevar un clásico al escenario es garantía de éxito, pero no es garantía de calidad. En el caso de la compañía de San Petersburgo, ambas cosas se cumplen, aunque tenga sus detallitos.

En el caso de las obras de Tchaikovsky, el éxito tampoco está asegurado. Fue el genio ruso quien demostró que la grandeza de una pieza musical no debe escatimar la belleza de una ejecución dancística, y viceversa.

Elegancia

Fueron más de 40 bailarines en escena, con tres solistas alternando: Margarita Kamysh, la mejor bailarina de su generación y Olga Stepanova, una mujer que baila con gran elegancia.

Finalmente, aparece Petr Borchenco, un bailarín impresionante, alto y delgado, que cuando baila y brinca es como ver volar sobre el escenario a un caballo percherón vestido con mayas blancas. Todo un show el ruso.

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