Con motivo de las fiestas patrias, este domingo a las doce del día, Pilar Vega inicia su nueva temporada de presentaciones en el auditorio del Museo de la Ciudad con el espectáculo El Grito de Independencia, obra de teatro con marionetas que desde hace 10 años se viene presentando cuando llega la hora de los festejos patrios.

Pilar Vega fue bailarina del Ballet Universitario de la UAQ y actriz. Bajo la dirección de Leonardo Kosta representó en Cancún Ovijellos, personificando a Sor Juana Inés de la Cruz. Representó también a la heroína de la Independencia doña Leona Vicario, personaje de cierta importancia en aquel estado que lleva el nombre de su marido, Andrés Quintana Roo, lugar en el que la actriz vivió más de una década. De regreso a Querétaro y bajo la dirección de Uriel Bravo fue actriz de reparto en las obras Cásperle o Las Fantasmagorías del Dr. Fausto, Volpone El Zorro y La Fe de los Cerdos. Casi al mismo tiempo inició las representaciones de El Grito de Independencia.

La obra, narrada desde el punto de vista de doña Josefa Ortiz de Domínguez, es una visión solidaria con los mineros, trabajadores de los obrajes e indígenas que sufrían la explotación inmisericorde decretada por los colonizadores españoles. Sabido es que el abuso ejercido contra los desposeídos, las limitaciones sociales que sufrían los criollos y la precaria situación política de la Metrópoli establecieron las condiciones para precipitar el movimiento que llevaría a la Independencia de México.

Pilar Vega, en contubernio con los espectadores, vuelve a vivir la agitación social y política que se vivió entonces. En complicidad con las niñas y los niños vuelven a sentenciar lo que condenó la historia, sin salir del terreno del juego porque El Grito de Independencia es sobre todo un juego teatral con marionetas, terreno en el cual la actriz se mueve en territorio conocido.

La marionetista trabajó durante muchos años el espectáculo El Burro, que montó sobre el lomo del burro de planchar, lomo en el cual jugaban canastas, estambres, cepillos y telas que a duras penas prefiguraban la anatomía de los personajes. Ahora, en cambio, los personajes son marionetas fabricadas con los cánones de la tradición que se remonta en México por lo menos a tres siglos.

El teatro de marionetas cobró importancia desde la época de Juárez, y ya para la época porfirista la compañía de los Rosete Aranda había logrado el reconocimiento unánime de la población. Entre los números que presentaba esa compañía estaba el del Grito de Independencia, costumbre que perdió piso con el advenimiento de la televisión pero que se volvió a levantar desde la década de los setentas del siglo pasado.

En estos primeros años del siglo XXI la tradición persiste en forma de espectáculo que se ofrecerá para toda la familia en el auditorio del Museo de la Ciudad, durante los domingos de septiembre y octubre a las doce del día, con un costo muy cómodo para el bolsillo de los espectadores. Se presenta con el apoyo del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes.

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