“¡Donald Trump, la banda te saluda!”, gritó Alex Lora del Tri en San Juan del Río, donde organizó la recordada de madre más grande para el republicano estadounidense del copete raro.

“¡Eeeeeeeeeeeeehhh!!!! Uuuuuuuu…tooooooo!, retumbó la frase prohibida en los estadios pero no es el Teatro del Pueblo de San Juan.

Fue un concierto donde el pueblo se manifestó, guiados por ese Lora, quien se dice, ufana y presume de ser “el esclavo del rock”, y de su látigo Chela, su mujer.

Gritó el pueblo y su Tri de México, quienes creen que con lanzar maledicencias al infinito se podrá modificar la abusiva política migratoria con Estados Unidos, curar desprecios binacionales y detener al magnate loco, llamado Trump, y a quien se le recordó todo su árbol genealógico, de tres generación para acá. Puro desfogue de pueblo.

La Feria de San Juan no sería nada sin la presencia de Alex Lora y su banda. Han sido clientes asiduos de este festejo, donde se presentan siempre que pueden y siempre llenan.

Los presentes, los halagados, son la banda “gruesa”, que usa camiseta extra larga, como huipil, con la imagen de la Virgencita santa de Guadalupe, pantalón tipo cholo a media nalga y copete grasiento sobre la frente y el rostro oscurecido por el sol del campo.

Banda “eriza”, son los Juan Diego del Bajío que danzan como los emplumados del Barrio de la Cruz a ritmo de “El metro Balderas” y “Soy un chavo banda”.

“¿Están felices, cabrones?, ¡porque si no, me vale madres!”, grita el de la voz, el de la guitarra con saludo con dedo erguido, la Britney señal que los mexicanos y el Sub Marcos de los Altos de Chiapas, ya habían patentado desde “andenantes”.

“¡Que siiiií!, ¡Chale pinche Alex, qué no hueles!”, le respondió un digno representante del rock de calle sin pavimentar, mientras mantiene en mano el churrito verde, esa hierba de la risa.

Ese Lora sale al escenario enmascarado y se arranca con ese drama cantinero: “Oye cantinero, sírveme otra copa por favor, quiero estar borracho, yo quiero sentirme de lo peor, quiero tomar mucho, tomar mucho para olvidar”.

La banda rockera de barrio sin agua potable ni luz, le corresponde con una lata de cerveza y ese dolor de quien nada tiene, con ese sentimiento de estár abandonado por todos, menos por el rock del Trí de México.

Ese Alex Lora brinca como chapulín sobre el escenario y juega con la banda “chida”. Ese Mick Jagger de petatiux, tiene algo que pocos: ser querido y adorado por la raza, rockeros del desempleo y el sueldo mínimo, banda “ruda” que grita: “Alex, eres puto, eres culero, eres grande”.

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