Aunque su familia le aconsejó buscar un empleo estable en alguna fábrica, Gabriel se empeñó en ser dueño de su propio negocio y lo consiguió. Hoy se dedica de tiempo completo a la marroquinería, administra su negocio ubicado en el Centro Histórico, en el corazón de la ciudad.

“Mis papás se cansaron de decirme que me consiguiera un trabajo y yo me cansé decirles que quería mi propia tienda. En un inicio comencé únicamente con bolsas para mujer, pero nos comenzaron a pedir mochilas, maletines; algunos clientes nos dicen exactamente qué es lo que quieren, pero también nosotros tenemos una línea de diseños propios. Me siento orgulloso de que aprendí a coser sobre la marcha, nadie me enseñó, fue ensayo y error”.

Superar las malas rachas

La tienda de marroquinería Bashira abrió sus puertas hace poco más de dos años, pero el emprendedor Gabriel González realizó sus primeros diseños de bolsos para mujer hace ocho años, cuando comenzó a invertir pequeñas cantidades en comprar piel, pintarla y despintarla hasta conseguir el tono correcto.

Para solventar sus inversiones, Gabriel trabajó como mesero durante varios años, con eso compraba piel y fabricaba bolsas, pero era difícil que sus productos se vendieran, casi siempre terminaba intercambiándolos por cosas que necesitaba, como herramienta o comida.

Las malas ventas acompañaron al emprendedor durante cuatro años, pero no se dio por vencido. Siguió adelante con empleos alternativos para mantener la marroquinería hasta que consiguió ayuda de uno de sus amigos, quien lo apoyó con un préstamo económico; con eso pagó las primeras rentas de un local y realizó una fuerte inversión en materiales.

Abrir su nuevo negocio era una moneda echada al aire. Gabriel finalmente era dueño de su tienda y al mismo tiempo estaba ahogado en deudas: “Yo sabía que las cosas tenían que mejorar, tenía que vender o vender porque tenía que liquidar mis deudas”, comenta.

Cuenta con orgullo que el primer fin de semana que pasó en su nuevo negocio, ubicado en Carranza 44, vendió 6 mil pesos, una venta importante tomando en cuenta que la tienda aún no era muy conocida.

“El primer fin de semana que pasé en la tienda vendí 6 mil pesos, yo se lo atribuyo a las ganas que siempre tuve de que el negocio funcionara, no le veo otra explicación. El préstamo lo conseguí un año antes de tener la tienda, pagué los primeros meses de renta, invertí 3 mil pesos en piel y así fue como comencé, inicié el negocio sabiendo que el primer mes debía ya como 7 mil pesos, era dinero que tenía que recuperar a fuerzas”.

Durante los primeros meses al frente de la tienda Bashira, Gabriel trabajaba 15 horas diarias, no había tiempo qué perder para afianzar ventas y conseguir nuevos clientes. Con el tiempo la tienda consiguió solidez e incluso Gabriel contrató a dos jóvenes para que lo ayuden en el negocio.

Vender a precio justo

A más de dos años de estrenarse como emprendedor, el joven de 28 años de edad recuerda que lo más difícil hasta ahora ha sido fijar un precio justo para sus productos y lograr que los clientes respeten ese precio.

“Lo más difícil ha sido conseguir las ventas, posicionar el producto. Antes dudaba mucho para dar un precio, lo dejaba más barato porque necesitaba dinero y si lo daba mas caro no se vendía. Ahora ya tengo una base muy clara de lo que valen mis productos, lo hago con más seguridad porque los trabajos ya se han perfeccionado mucho. Incluso algunos clientes preguntan por el precio de alguna bolsa o mochila que les gustó y se van a seguir buscando más opciones, pero siempre vuelven a las tres o cuatro horas para llevarse lo que vieron aquí”.

“Ahora valoramos mucho el tiempo que invertimos en realizar cada producto, con base en eso determinamos el costo, porque obviamente no podemos hacer 10 bolsas en un día. Recuerdo que uno de mis primeros trabajos fue una bolsa en la que le invertí casi todo el día y la vendí en 600 pesos, ahora sé que ese es un trabajo que se vende en 1400 pesos”.

Trabajo artesanal

Lo que hace diferente a los productos Bashira de los demás artículos hechos con piel, es que son bolsas, carteras, maletines y mochilas hechas completamente a mano.

Entre los planes a futuro, Gabriel González busca remodelar toda la tienda, remarcar el concepto de su marca y participar en más eventos de moda, en donde sus productos puedan lucirse.

“Siempre me han gustado las bolsas, mi sueño es ser reconocido por mis productos, así como las grandes marcas. Mis productos son diferentes porque están 100% hechos a mano, aquí no tenemos máquinas, la costura y el corte son artesanales, todo completamente, cada día perfeccionamos las cosas”.

“A mediano plazo quiero uniformar la tienda, reforzar el concepto de la empresa y seguir participando en eventos de moda. A los emprendedores les recomiendo que se dediquen a algo que realmente les guste y que fijen bien sus metas. Yo siempre dije que yo quería mi tienda, todos me decían que buscara un trabajo, pero yo siempre supe lo que quería”, comparte el joven emprendedor.

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