Juan Fernando, el héroe que el volcán se llevó
Juan Fernando, el héroe que el volcán se llevó

Alotenango, Guatemala.—  Juan Fernando Galindo buscó rescatar a tres niñas, pero murió  en el intento.


Era delegado de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) del departamento de Zacatepeque, en Guatemala. El domingo estaba ayudando en la evacuación de pobladores en el caserío de El Porvenir  cuando lo alcanzó la erupción del Volcán de Fuego mientras trataba de ayudar a tres niñas. El cuerpo de él fue encontrado el lunes, de las niñas no se sabía nada hasta ayer.


“Había logrado salir de la primera venida de lava, pero se quedó tratando de ayudar a otras víctimas”, explica su hermano Alejandro. Relata que Fernando iba en una camioneta solo, rescató a varias personas y regresó por las menores. Luego de varias horas de  búsqueda, los rescatistas ubicaron su cuerpo entre el puente Las Lajas y el hotel La Reunión. El vehículo que utilizaba fue encontrado ayer.


“Mi hermano fue un ser amado, alegre y preocupado por los demás, murió como un héroe”, asegura. Padre de tres menores, Fernando, de 38 años, fue sepultado el martes en el cementerio general de esta localidad. Sus compañeros de la Conred le rindieron homenaje.
“Ya no pudo salir del lugar”


 El dolor también golpeó a la familia Rivas López. Ayer, en una humilde vivienda de la colonia Cuarto Cartón velaron  el cuerpo de Erick Jeremías, otra de las víctimas del Volcán de Fuego,  cuya erupción ha dejado, hasta el momento, un saldo de al menos 99 muertos,  casi 200 desaparecidos y cientos de damnificados.


Sus familiares y gente del pueblo lo acompañaron en una misa de cuerpo presente en la iglesia de San Juan Bautista y  luego lo escoltaron al cementerio de Alotenango.


Erick Jeremías tenía 20 años de edad, trabajaba como ayudante en un vehículo de pasaje, pero el domingo bajó al caserío de San José los Lotes en busca de leña, relató su hermano Miltón Iván. “Ya no pudo salir del lugar porque se había cerrado la carretera y no había transporte”. Rosa María Miche Carrey, la mujer que desde hace seis meses alojaba al joven, recuerda que la última vez que lo vio con vida fue el domingo por la mañana, antes de irse a vender sus gallinas al mercado.


“Como a las tres de la tarde le llamé y me dijo que la lava estaba bajando; le pedí que viera la forma de salir; ‘cuídese mucho’, fueron sus últimas palabras”, dice entre llanto. Ella se hizo cargo de los gastos funerarios, ante la falta de recursos de la familia. “Lo quise como si fuera mi hijo; dentro de mi pobreza lo llevaré a su última morada”, lamenta

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