En Querétaro no se han registrado instituciones u organizaciones que realicen las llamadas “terapias de conversión”, aunque sí se tiene registro de personas que han sido sometidas a las mismas, afirmó el activista Josué Quino.

Asimismo, existen casos de sicólogos que sin ética llevan a cabo estas prácticas, aunque no las anuncian o las promueven.

Josué Quino comentó que supieron, el año pasado, del caso de una joven lesbiana que fue ingresada a uno de estos sitios, pero no han detectado un lugar como tal donde lleven a cabo este tipo de prácticas.

Apuntó que no han recibido solicitudes de acompañamiento para contrarrestar los daños emocionales que dejan este tipo de “terapias” en los jóvenes que han sido sometidos.

“Se nos han acercado jóvenes para reafirmar sus emociones y sensaciones. Hemos tenido charlas con ellos , algunos tienen trato con sus familias, o que dicen ‘mis amigos se están dando cuenta’”, aseveró.

Por su parte, Alexis Aguilar Lemus, comentó que “nuestra labor contra las terapias de conversión, que no se anuncian tal cual, pero que sí se trabajan por debajo del agua, por muchos sicólogos, faltando a su juramento como profesionistas”.

El activista Benjamín Delgado recordó que en días pasados se presentó en el municipio de San Juan del Río un personaje público que promueve en sus charlas las terapias de conversión, lo que desorienta a los jóvenes.

“Todas las personas, todos los adolescentes, todos los niños, tenemos derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. El gobierno no ha hecho ninguna política pública para frenar estas terapias de conversión, o esfuerzos para ‘corregir’ la preferencia sexual”.

Las llamadas terapias de conversión han sido prohibidas en muchos países, por considerar que científicamente no aportan nada a la salud de los individuos, además de que son violatorias de los derechos humanos.

Una de las organizaciones que se dedicaron por 37 años a estas “terapias” fue Exodus, quien en 2013 se disolvió en algunos países, pero que aún opera en naciones de América Latina.

Diversas organizaciones de sicólogos y siquiatras desestiman el valor científico de estos “tratamientos” pues están fundamentados en dogmas religiosos y no en el rigor de la ciencia.

En Estados Unidos, las “terapias de conversión” se consideradas potencialmente dañinas por las organizaciones siquiátricas, además de asegurar que existe poca no hay evidencia de su efectividad.

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