La pirotecnia es de saberla manejar, dice Fernando mientras sostiene un paquete de Garra de Tigre entre sus manos. En los años que lleva dedicándose a este oficio no ha sufrido ninguna quemadura y niega que alguno de sus conocidos haya tenido un accidente a causa de los juegos artificiales. El fuego, asegura, no es peligroso, sino la falta de conocimiento para manejarlo.

En el Mercado de Abastos de la ciudad de Querétaro, además de Fernando, varios vendedores ofrecen desde paquetes de cebollitas y luces de bengalas, hasta artefactos de los “peligrosos”. En su puesto, armado con cajas de cartón y lonas de plástico provisionales, uno de los productos más valiosos es el “Hulk”, un tambo de pólvora que pesa casi medio kilo.

Vender pirotecnia, además de ser un negocio temporal, implica estar al acecho, pues durante esta temporada Protección Civil ha decomisado mil 280 kilógramos de fuegos artificiales.

Fernando pertenece a una familia de comerciantes, dos tíos y una prima trabajan regularmente en el mercado. Aunque venden diferentes mercancías, la pirotecnia representa una buena parte de los ingresos, su venta en septiembre y diciembre les proporciona lo suficiente para sostenerse.

Para la venta de fuegos artificiales, frecuentemente cambia de ubicación para evadir a los inspectores.

Los artículos son de todos los precios y tamaños; una bolsita con 50 cebollitas sale en 10 pesos, cada “Hulk” en 60 y el paquete de cuatro a 180. También están las Garras de Tigre al mismo precio, cajas de chisperos a 120 y cohetones, calaveras, tanques, buscapiés, chifladores, abejas y barrenos, cuya venta oscila entre los 100 y los 300 pesos.

Al preguntar cuánto artículos venden diariamente y cuánto obtienen por la venta de pirotecnia, la familia desconfía “¿Para qué quieren saber?, ¿Son policías?”, insisten y se niegan a hablar con la reportera. Debido a las recurrentes inspecciones de las autoridades, se han vuelto inseguros.

A unos metros de distancia, un hombre porta bolsitas de cebollitas y luces de bengala. El hombre, que se niega a dar su nombre, menciona que esto no es pirotecnia y, por lo tanto, no representa ningún peligro; dice que gana alrededor de 150 pesos diariamente.

Señala que no es el dueño del negocio y que su patrón se encarga de distribuir el material, que trae del Estado de México, donde hace algunas semanas ocurrió uno de los peores accidentes a causa de fuegos artificiales.

De acuerdo con la Cruz Roja, tan sólo en las primeras tres semanas de diciembre se reportaron en Querétaro siete atenciones por quemaduras a jóvenes. Según la Fundación Mexicana para la Dermatología, la temporada de Navidad y Año Nuevo representa 17% de las atenciones por quemaduras, debido al uso de artículos de pólvora.

Ricardo, un consumidor habitual de pirotecnia, compra fuegos artificiales desde que era chico. La razón principal para adquirirlos, a pesar del peligro que representan, es la diversión y la convivencia con la familia. “Se debería de regularizar [su venta] porque yo lo veo por la parte de la diversión”.

El director de Protección Civil en la capital, Fernando Martínez, informó que dependiendo de la cantidad de mercancía decomisada se procede a llevar al Juzgado Cívico al vendedor.

“[La pirotecnia] es un riesgo muy grande. En caso de que detecten su venta, deben reportarlo, para hacer el aseguramiento que corresponde”.

Google News

TEMAS RELACIONADOS