“No me sentía persona, principalmente porque sentía el rechazo. Simplemente de no poder laborar, de no poder contribuir, de sentir que siempre iba a ser una carga para la familia. Recibir, recibir y nunca dar te hace sentir que no eres un ser humano”, dice Adriana Zamora Romero, capturista de sistemas en Harman desde hace un año y siete meses, quien luego de mucho batallar logró encontrar un empleo estable, pues al igual que a muchas otras personas con discapacidad, integrarse al campo laboral le resultó complicado.

Con 31 años de edad y una licenciatura en Lenguas Modernas, Español con línea terminal en Docencia y Literatura, señala que este es su primer empleo, ya que antes no tenía trabajo estable, sólo hacia labores de apoyo en el hogar y de vez en cuando alguna revisión de tesis y tesinas.

“Vivo con mis papás. Ellos tenían la función de mantenerme, alimentación, casa, techo. Era como una carga para mis papás, porque no había manera de apoyarlos monetariamente, salvo algo que les podía dar, como labores del hogar, un apoyo más presencial”, recuerda.

Adriana indica que le costó mucho esfuerzo y dedicación encontrar un trabajo estable; era ir constantemente a empresas, incluso a tiendas departamentales, buscando diversos puestos, a pesar de contar con una preparación profesional.

“Realmente era el típico ‘luego le llamamos’. Les dije que tenía estudios. Les dije que no tenía estudios. Que tenía preparación, que no la tenía, dependiendo de los perfiles que ellos mismos pedían y realmente nunca lo dijeron abiertamente, pero no se porqué no cumplía para ellos, porque yo sentía que sí cumplía con los mínimos requisitos”, comenta.

Apunta que cuando le llamaron de la empresa Harman tomó la noticia con incredulidad, pensando que se habían equivocado de persona; no podía creer que por fin su esfuerzo y paciencia la ubicaría dentro del campo laboral.

“Ser una persona más productiva, en el sentido de apoyar un poco más a la familia, no sólo presencialmente. Fue incredulidad más que nada”, asevera, al tiempo que subraya el apoyo de su familia, quien siempre la motivó para salir adelante.

Agrega que le recordaban que debía sentirse como una persona: “Decía: es que no me siento persona. No se qué soy. Me decían que sí era una persona y esto [el trabajo] va a demostrar que tienes las mismas capacidades que todos, que tienes las mismas posibilidades que todos, tienes las mismas oportunidades que todos de conseguir un trabajo, un patrimonio, ampliar horizontes más que nada”.

Menciona que el hecho de no sentirse un ser humano era porque una persona no sólo tiene la capacidad de recibir sino también de dar, pero muy pocas veces tuvo la oportunidad de demostrar que ella puede ofrecer.

“No estoy diciendo que todo mundo me rechazaba, sino que simplemente el hecho de no laborar, de no cumplir con esas expectativas, era difícil. Pensaba: ¿qué, no soy una persona?. De qué sirvió estudiar entonces, de qué sirve vivir entonces si no hay esa oportunidad”, expresa.

Ahora el mundo y futuro de Adriana es diferente; aunque el ambiente no es perfecto y la carga laboral es mucha, hay mucho que hacer y a veces se le juntan los pendientes, siempre en un entorno de respeto e inclusión.

“Es respeto no nada más hacia mí, sino entre todos los compañeros. Hay una política de inclusión, de respeto, de no criticar. No es de que tú, porque eres una persona con capacidades diferentes vas a recibir más o ciertas dádivas, sino que es esfuerzo mutuo, hay igualdad en todos los sectores: salario, trabajo [tienes que hacer lo que debes], no te cargan la mano”, abunda.

En cuestión de movilidad, precisa, ella no tiene una discapacidad motriz, pero sus compañeros que utilizan silla de ruedas no tienen problemas, pues en su trabajo todo está diseñado para que a las personas con discapacidad no les falte el apoyo para realizar su trabajo con facilidad.

Adriana se entusiasma con el futuro. Tiene planes ambiciosos, quiere crecer en los profesional y, por consiguiente, en lo personal. Además, tiene confianza en ella misma y su capacidad para afrontar los retos.

“Me gustaría migrar hacia la Comunicación. Tenemos una revista dentro de la empresa, buscaría llegar a ese nivel. Estudié Lenguas y me encanta escribir, redactar, cubrir eventos. Esa es mi postura a futuro, llegar al Departamento de Comunicación”, puntualiza la mujer.

De acuerdo a datos de la Secretaría del Trabajo estatal, en la actual administración se llevó a cabo la primera Feria del Empleo para Personas con Discapacidad y Adultos Mayores, en la cual se ofertaron 576 plazas.

En dicho evento se colocó a 55 personas en un trabajo, 30 fueron con alguna discapacidad, de las cuales 14 presentan discapacidad motriz, siete auditiva, cinco visual y cuatro intelectual, como trastornos mentales, esquizofrenia, bipolaridad o síndrome de Down, entre otros.

De acuerdo a la misma dependencia, en lo que va de 2016 se atendió a 760 personas con discapacidad y se logró la colocación de 160.

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