La noche del 26 de enero de 2016, cuatro pipas abastecidas de gas LP explotaron al interior de una bodega en la comunidad del Barrio de la Cruz, el hidrocarburo se extrajo de una toma clandestina oculta en el predio. A un año del siniestro, que dejó cuatro bomberos y una policía lesionada, los habitantes dicen que, para subsistir en medio de los ductos, requieren de los cuerpos de emergencia.

El miércoles 25 de enero a las ocho de la noche se ofició misa en la calle Chabacano, esquina con Olivo, lugar en donde hace un año el incidente puso a prueba el valor de los elementos de las corporaciones de emergencia y generó pánico entre las personas de la comunidad, acostumbradas a ver sus calles cubiertas con postes que identifican los tres ductos de hidrocarburos que atraviesan La Cruz.

La ceremonia religiosa fue dedicada a los bomberos, a los paramédicos, a oficiales de policía y a los propios habitantes, que luego de este incidente se han preocupado por capacitarse para saber cómo responder ante alguna emergencia relacionada con el trasiego de hidrocarburos. Es lo que está a su alcance, pues los ductos no pueden ser retirados y ellos no cuentan con otro lugar donde vivir.

Frente a la bodega en donde ocurrió la explosión, se estacionó un camión de bomberos y, más adelante, en medio de la calle, se adaptó un atrio, desde el cual el sacerdote ofició misa.

Se ofreció una bendición para los presentes y, en especial, para los elementos de las corporaciones de emergencia presentes aquel 26 de enero y arriesgaron sus vidas para proteger las de los habitantes.

Después, los ciudadanos entregaron al Cuerpo de Bomberos tres kits de herramientas y reconocimientos a Marcos Santiago, Arat Feregrino, Víctor Ruiz y Alberto Swindall, elementos de la corporación que resultaron con quemaduras tras el siniestro.

Elizabeth Bocanegra, oficial de policía que resultó con quemaduras y fue la más afectada, también recibió un reconocimiento. En sus manos aún porta guantes especiales, porque debe proteger la sensible piel del polvo y agentes contaminantes, al igual que el bombero Marco Santiago.

En una pantalla se exhibió un video con testimonios de elementos de emergencia e imágenes captadas el día del accidente, minutos después de que ocurrieran las explosiones y que dos patrullas de seguridad pública fueran alcanzadas por las llamas.

Ojos cristalinos se apreciaron en los rostros de bomberos y de habitantes, que asimilaron en esos momentos la magnitud del peligro en el que se encontraban ese 26 de enero. Las lágrimas no pudieron contenerse en la mirada de Alberto Swindall, uno de los vulcanos más conmovidos al recordar con las imágenes uno de los accidentes de mayor riesgo que ha enfrentado.

A partir de este incidente, los habitantes del Barrio de la Cruz constituyeron el denominado Comité de Acción Social, se acercaron a las corporaciones de emergencia y solicitaron la capacitación inmediata de las familias para poder actuar de forma eficaz en caso de registrarse otro incidente.

La Dirección de Protección Civil, Bomberos y Cruz Roja trabajaron todo el año con la localidad para ofrecer pláticas de prevención. A través de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación también se otorgaron kits de emergencia a los habitantes.

Leticia Ávalos, habitante del barrio y presidenta del comité, reconoce que el riesgo de que se repita un incidente de tal magnitud sigue vigente.

Por la localidad atraviesan tres líneas de conducción de Petróleos Mexicanos, debido a ello, no está exenta de que vuelvan a operar grupos dedicados al robo de hidrocarburos.

Para Leticia, la presencia de los cuerpos de emergencia aquella noche fue esencial para evitar pérdidas humanas; aseguró que los habitantes no dudaron en reunir recursos para comprar kits de herramientas y entregarlos a los Bomberos como una forma de agradecimiento por su invaluable labor.

La presidenta del Patronato de Prevención y Ayuda del Cuerpo de Bomberos, Tania Ruiz, anticipo que la corporación buscará el apoyo para fortalecer sus capacitaciones, a fin de que los elementos puedan enfrentar eventualidades de la magnitud de la ocurrida en el Barrio de la Cruz, para salvaguardad la vida de los habitantes del municipio y de los propios vulcanos.

La incertidumbre en la comunidad del municipio de Querétaro no va a desaparecer, lo reconocieron los habitantes, quienes coincidieron, a un año de la contingencia, que sólo les resta estar preparados para resguardarse, establecer rutas de escape y mantener a los suyos a salvo.

Hace ya un año de que cientos de familias desfilaron por las calles obscuras de la localidad pensando que aquella explosión acabaría con sus hogares.

Hoy, confían en que las capacitaciones recibidas y el contacto directo con los cuerpos de emergencia pueden evitar una tragedia.

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