Le llaman El Grande, es originario de Bordo Blanco y trae una troca azul. Es el líder de la célula dedicada al robo de vagones en Tequisquiapan, el que mueve el billete con el mayordomo, como se le denomina al encargado del personal de Ferromex que carga las mercancías que son hurtadas al pasar por este municipio.

Así es como la mayoría de los habitantes de San Nicolás describen al principal involucrado en este ilícito y agregan que los grupos criminales que encabezan el robo a los vagones están conformados por personas ajenas a la localidad que, sin embargo, invitan a los lugareños a sumarse a esta actividad.

Muchos, lamentablemente, lo hacen, pues las vías férreas se localizan a más de 10 kilómetros de la cabecera de Tequisquiapan y eso genera “cierto anonimato”, dicen los habitantes de San Nicolás. .Ayer, cientos de curiosos desfilaron todo el día por la zona cerril, donde la mañana de este martes permanecían aún las locomotoras y dos de los tres vagones descarrilados por la manipulación del cambio de vía.

Hay cierto temor entre los habitantes por acercarse al área, pues aún con la presencia de militares, elementos de Gendarmería y Policía municipal no se sienten del todo seguros, porque refieren que el intercambio de balazos entre vigilantes del tren y ladrones se ha vuelto la constante en la localidad, sobre todo por las noches.

“Por allá en el cerro casi a diario se escuchan los balazos, ya sabemos que andan robando el tren y aunque se escuchan lejos, nos da miedo que algún día lleguen a la comunidad y se arme la balacera”, dice Virginia, habitante de San Nicolás.

Sobre los responsables del descarrilamiento no hay datos oficiales, pero personal de Ferromex confirma que el descarrilamiento por cambio de vía fue provocado en un intento de frenar el tren para asaltarlo. Los lugareños señalan que estas maniobras fueron dirigidas por el que le apodan El Grande, sin embargo, no se atreven a revelar su nombre.

A este grupo delictivo lo han visto en acción algunos campesinos que emplean los caminos vecinales aledaños a la vía para llegar a sus milpas: se trasladan en viejas camionetas Ford, porque si corren peligro de ser detenidos no pierden dinero cuando abandonan las unidades y se refugian en el cerro.

“Por ahí pasan en sus camionetas, no sabemos cómo, pero paran los trenes, se suben y sacan la mercancía, luego se van para la loma”, comenta Isidro, tras señalar el camino con baches. Él es un campesino de la zona que se enteró del incidente porque se dirigía a ver su parcela.

Santiago tuvo conocimiento cercano de la forma de operar de delincuentes, no rebasa los 30 años de edad y prefiere no mencionar su comunidad de origen; identifica a uno de los “cabecillas” de delitos que siembre ha vivido en este municipio y quien fue enlace para que se conformara el grupo de delincuentes años atrás.

“Aquí ya operan células, sus integrantes van armados, son más de 20 y no les da miedo enfrentarse a los vigilantes del tren. Ellos se ponen de acuerdo con el jefe de personal, el que carga los trenes, para saber en qué vagones viene lo bueno”, asegura.

Al igual que otros habitantes, coincide en que son cerca de tres grupos los que en esta localidad operan y tienen control de la zona de Tequis y de Huichapan, en Hidalgo, donde también predomina este ilícito.

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