Decirél fue la joven que inspiró la obra Ranadora. Su novio, Josué de 30 años de edad, creó la obra artística como un homenaje a la mujer que dio vida después de morir. En 2015, a los 23 años de edad, Decirél Sánchez Villeda tuvo muerte cerebral.

“Dar vida después de la muerte” se convirtió en una frase común, hasta trillada, pero engloba de forma certera lo que significa donar órganos: el amor y generosidad para dar una nueva oportunidad a quienes se quedaron sin esperanza.

Esa es la historia de Decirél y Josué; él, especialista en urgencias médicas decidió aprovechar el concurso “Aranarte” que ya es una tradición en Querétaro. En 2000 surgió este festival lleno de color y creatividad en el que decenas de artistas han plasmado sus ideas.

Así, Josué Hernández Álvarez creó la rana donadora de órganos que representa en sus ojos las dos córneas que ahora ayudan a ver a otras personas, los dos riñones que llegaron a dos pacientes con insuficiencia renal y su corazón, que fue llevado a algún hospital de la República Mexicana.

La obra lleva por nombre Aisha, que significa “vida y mujer”. La rana fue donada a la Secretaría de Salud que la tendrá en el patio principal de sus oficinas como un recordatorio de lo que significa donar órganos.

“En Aisha está plasmada la historia de Decirél, una mujer que amé, que significó mucho en mi vida y en ella vienen plasmados los cinco órganos que deja: su corazón, dos riñones y sus córneas”, comentó Josué.

La decisión de dar los órganos fue de la madre de Deci, como sus amigos le decían de cariño, entre el dolor y el proceso de duelo que provoca la pérdida —seguramente la más difícil para una persona, un hijo— dio el consentimiento legal para que los médicos dispusieran de sus órganos.

“Tuvo la oportunidad de donar sus órganos, la última decisión fue de su mamá; yo decidí quererla recordar de manera especial, una manera de trascender en la sociedad y no yo sino ella, quise recordarla de esta manera.

“No conocemos a las personas que recibieron sus órganos pero nos mantiene felices y tranquilos de saber que ella trascendió, que su vida trascendió, que su corazón está latiendo en algún lugar y que está viviendo en otras personas que recibieron esa oportunidad”, dice Josué.

Crear la Ranadora fue una manera de pedirle a la gente que done, que no tenga miedo a decir que sí “es un shock, algo muy difícil de enfrentar, son momentos en los que no pueden pensar con claridad”.

Josué recuerda que al momento de enfrentar la decisión, entendió que ya no se podía hacer más por ella, que esos órganos pararían en algún sitio en donde no serviría a nadie, quedarían perdidos, sin hacer nada.

“No solo es recordarla sino es una invitación a la sociedad a que se sume a la cultura de la donación de órganos y de esa manera podemos contribuir a que otras personas tengan una esperanza de vida. Necesitamos de buenos proyectos para poder salir adelante, es algo que decidió hacer no solo por ella sino por México, por eso los invito a decir sí a la vida, sí a la donación de órganos”.

Los especialistas consideran que la donación ideal es la cadavérica ya que no se afectan a personas en vida; y es que, la negativa de miles de personas para que sus familiares fallecidos sean intervenidos, quienes necesitan un trasplante —principalmente renal— lo reciben de un familiar vivo, es decir, un donador vivo relacionado.

Estas personas se someten a una cirugía para que le extraigan una parte de su cuerpo, todo ello con riesgos que no deberían ser necesarios, como la pérdida de la vida y la “condena” a vivir con tratamiento médico.

El Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) señala que de las más de seis mil donaciones que se registran al año en México, cerca de dos mil son de personas fallecidas, mientras que 75% de los trasplantes de riñón son de donadores vivos relacionados.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en Querétaro mueren alrededor de tres mil 100 personas en hospitales privados, al año.

De los fallecidos, sólo se logra disponer de los órganos y tejidos de 25 personas, es decir, menos de 1%; aunque esta cifra va al alza de acuerdo con la Secretaría de Salud.

Los cálculos del Centro Estatal de Trasplantes de Querétaro (CETQro) indican que si tan solo se dispusiera de los órganos de 5% de quienes pierden la vida se lograría abatir la lista de espera no únicamente de la entidad, sino del país.

La sociedad es renuente a pesar de que cada vez se abre más espacio para el tema, explican los especialistas; de acuerdo con las normas en Querétaro, basta con que uno de los familiares se oponga a la disposición de los órganos para que no se lleve a cabo, aunque los fallecidos en vida hayan manifestado su voluntad de ser donador.

El CETQro describe que “lo más importante es transmitir la voluntad de donar —a los familiares y amigos— en una charla ocasional, en una comida o quizá en una reunión exclusiva para el tema y convencerlos de que es la mejor decisión al momento de la muerte.

Algunos documentos como el certificado de donación o la tarjeta de donación no son suficientes para respaldar esta decisión, aunque son un primer paso para recordar la voluntad de las personas.

Estos certificados pueden obtenerse en las páginas web de Cenatra o del CETQro o en cualquier institución médica pública o privada con certificado para disponer y trasplantar órganos.

“Queremos que esta obra ayude a que el ejemplo de Deci siga haciendo eco y que toque las mentes de la sociedad para que decidan ser donadores de órganos al final de nuestro tiempo”, recordó Josué.

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