La gente avanza sobre Madero. Llevan sus palmas en la mano, cantan y avanzan con alegría. El obispo encabeza la procesión del Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa.

Afuera de la catedral, Inés González, originaria del Estado de México, vende las palmas que ella misma hace desde niña. Como todos los años, se prepara para vender las tradicionales palmas que dice, ya no se venden como antes, pues las nuevas generaciones abandonan la fe y las tradiciones.

El templo de Santa Clara es el sitio de donde parte la procesión de Domingo de Ramos. El templo luce lleno. El pueblo queretano, fiel a sus creencias y su fe, responde a las tradiciones. Afuera de Santa Clara, los vendedores de palmas ofrecen sus productos a los devotos, para llevar a cabo la bendición de las mismas.

La mayoría de quienes acuden a la celebración son personas mayores, una que otra familia completa se ve. Adultos jóvenes solos también acuden a la procesión que encabeza el obispo de la Diócesis de Querétaro, Faustino Armendáriz Jiménez, luego de dar un mensaje y recordar el significado de las palmas y la procesión: la entrada de Jesús a la ciudad de Jerusalén para la Pascua judía… y su última semana en la tierra, de acuerdo a los evangelios.

La procesión de Ramos inicia, ante la mirada de los paseantes que se congregan en el jardín Guerrero y la calle de Madero, sitios por donde se realiza la procesión. Los presentes toman fotografías de la procesión, saludan de lejos al obispo, quien responde con su mano la cortesía.

Los fieles avanzan cantando alabanzas, mientras el resto de las personas los sigue con la mirada y el lente del teléfono celular. El recorrido se cumple en poco minutos. Se llega a la catedral, en Madero y Ocampo, a cuadra y media.

Afuera de la catedral se instala Inés, quien se protege de los rayos del sol con un sombrero. La mujer teje una palma. Sus manos se mueven de manera hábil, en pocos minutos estará lista una palma, que tendrá un precio de 15 pesos.

Inés explica que viene del Estado de México, de San Pedro del Rosal, municipio de Atlacomulco, donde casi todo el pueblo se dedica a la elaboración de palmas para el Domingo de Ramos, artesanía que ella aprendió a hacer desde niña.

Señala que se decide a vender en Querétaro, junto con su hijo, porque como todo su pueblo se dedica a elaborar palmas, deben buscar un lugar donde vender su producto, aunque ya no se vende como antes.

“Antes sí se vendía, pero ahorita casi ya no. Se vende, pero no como antes, por lo mismo de que aquí los jóvenes ya no vienen, como que se están olvidando de la iglesia. Es lo que se ve”, asevera.

Mientras Inés hace sus palmas, se acerca una pareja, quien le pregunta por el precio de una de las finas artesanías que elabora. El precio es de 15 pesos y la pareja lo paga. Otra mujer se acerca, toma una de cruz hecha de espigas de trigo, por la cual paga también 15 pesos y se enfila al interior de la catedral donde el obispo queretano ya está iniciando la misa.

El templo luce lleno, aunque no como en otros años, cuando incluso los pasillos estaban abarrotados de fieles. Las imágenes de vírgenes y santos están cubiertos de paños color púrpura, como marca la costumbre católica en este tiempo de cuaresma. La mayoría de los fieles llevan en sus manos sus palmas, con las que acompañaron la procesión.

Mientras, Inés explica que para elaborar estas palmas, que venden por un día, trabajan casi todo el año, pues se hace por partes. Indica que el trigo lo siembran ellos, luego lo cortan y lo guardan para sacarlo cuando lo comenzarán a trabajar en la elaboración de las palmas.

“Se hace por partes, primero se limpia el trigo, luego se teje. Luego se le ponen colores, lleva su tiempo. Hay palmas tejidas que se tarda uno en hacerlas 25 minutos. La hacemos entre mi esposo, mi hijo y yo”, agrega.

Dice que su hijo y ella llegan a Querétaro desde el viernes en la tarde, para el sábado tejer todo el día lo que no traen hecho, buscando también un lugar donde pasar estos días.

Añade que a veces se acaba su mercancía, otras la ventas no son tan buenas, pero tratan de conservar la tradición y la fe con sus palmas y figuras hechas de trigo. Inés termina su palma y la acomoda junto a las otras dentro de una cubeta con agua, para que se conserven verdes un poco más de tiempo. Adentro de la catedral la eucaristía sigue, como en casi todos los templos católicos del estado, donde miles de fieles se preparan para vivir la llamada Semana Mayor, la más importante para el culto católico, aunque para muchos otros representa una oportunidad de descanso de estar con la familia y de salir a vacacionar.

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