Nerea Peña Gojenuri es originaría del País Vasco, España. Hace cuatro años y medio vino a Querétaro por trabajo y decidió quedarse, porque aunque es “muy pata de perro” y conoce muchos lugares del mundo, México, y específicamente Querétaro, conecta con ella a nivel energético.

Tiene 29 años y ayuda a empresas extranjeras a plantarse en el país, esto fue lo que la motivó a viajar a Querétaro la primera vez, pero el viaje que duraría 15 días se ha convertido en uno sin fecha para concluir.

“México y Querétaro tienen una magia y una atracción especial para mí, no te lo sé explicar, pero para mí lo siento más a nivel energético, me atrae mucho, me siento muy tranquila, muy en paz conmigo misma, conectando mucho conmigo, hay mucho sol, la gente es muy cariñosa, siempre se están riendo, siempre están bromeando, a nivel energético es un lugar increíble, sí, me siento muy atraída”, comparte mientras acomoda su cabello en la oreja.

Considera que aquí se siente en su elemento, como en el agua, en un océano con altibajos y marea alta o baja, pero que siempre regresa a la calma, la hace estar en su centro, entenderse y entender el mundo desde un punto donde se siente más en paz.

Calidez de un pueblo. Aunado a la calidez de la gente, la oferta cultural y el amor que dice se siente en Querétaro la han hecho permanecer. Lo describe como un lugar equilibrado que tiene todo lo que ella busca, excepto la playa, y que equilibra las comodidades de una ciudad con la calidez de un pueblo.

“Hay de todo, mucha música en vivo, muchos eventos culturales, mucha danza diferente, tienes pintura, tienes muchas cosas y a la vez tienes esa calidez de ese centro, como más un pequeño pueblo, Querétaro, sí es una ciudad y sí está creciendo mucho, pero también es cierto que tiene la calidez y la personalidad y la empatía que tienen los pueblos”.

Acepta que ella es parte de una problemática que está siendo cada vez más evidente en el estado, el crecimiento desproporcionado que impacta en el tráfico y la contaminación que se vive todos los días, sobre todo en la capital.

“Es algo de lo que no puedo quejarme porque sé que yo soy parte de ello, pero creo que está teniendo un crecimiento bastante exponencial, muy desproporcionado, desde hace cuatro años que llegué hasta ahora, se nota muchísimo el tráfico, se nota mucho la contaminación, obviamente soy una de esas personas que ha venido, a las que les gusta Querétaro y las que de momento se han quedado aquí, y entiendo que hay otra gente que se siente igual que yo y que quiere venir a Querétaro, aparte de la playa que es lo que le hace falta para ser 100% perfecto”.

Aunque no mira mucho al pasado ni al futuro, se ve establecida aquí por mucho tiempo, y a pesar de extrañar a las personas que viven en España —como su familia y amigos— no extraña “de forma nostálgica” a la madre patria, sino que se reconoce afortunada de poder conocer muchas partes del mundo y de poder vivir en este estado que le ha brindado cosas que le gustaría compartir con las personas que quiere en su país.

“Me gustaría compartir muchas experiencias que tengo aquí y mi felicidad con la gente que quiero que está en el País Vasco, que es donde nací, pero como tal no extraño tanto el lugar, sino más bien compartir mis experiencias y mi felicidad actual con esa gente que no está aquí.

“Tu casa está donde está tu corazón”, afirma con una sonrisa en la cara, detallando que lo más valioso para ella en este lugar son las personas que ha conocido y que considera su familia, queretanos que se han convertido en amigos, hermanos y padres.

La calidez de la gente es algo que ella considera muy importante, gente que ríe, abraza e improvisa, algo que no comúnmente se ve en el lugar de donde es originaria, por eso se siente mejor aquí que en España.

“La gente, sentirte muy querida desde el minuto cero, los abrazos, muchas cosas a las que no estaba acostumbrada, no tener que estar tratando de controlar todo, todo el rato, el improvisar más, el reírse más, no sé, me siento más yo aquí”.

Sentada en la sala de su casa, ubicada en el centro de la ciudad, explica que aunque está abierta a nuevas oportunidades se siente bien aquí y por eso no se ha planteado migrar; aunque no sabe muy bien expresar con palabras el por qué, sabe que es algo irracional y más de sentimientos lo que la hace permanecer.

“El trabajo no es algo que me ancle a nada, siento que al final el trabajo igual que lo encuentras en Querétaro lo puedes buscar y encontrar en cualquier otra parte del mundo, al igual que si estás bien vas a estar bien en cualquier parte del mundo, me siento bien aquí no sé por qué, es más irracional y emocional cómo me siento, pero me siento muy bien acá”.

Enamorada de México. Se reconoce una mujer viajera que ha conocido partes de Asía, América y Europa, entre otros lugares; sin embargo, la identidad mexicana le fascina, porque son “muy alivianados”, resolutivos cuando se presenta la oportunidad.

“Siento que son muy resolutivos en todos los niveles, a nivel de fiesta, a nivel de trabajo, a nivel del día a día, en España somos más planeadores en general, en Europa es una cultura más planeadora y cuando algo no sale como lo planeado, aunque resolvemos, sí, nos genera un pequeño corto circuito”.

Vivir aquí la hace sentirse más tranquila y olvidar sentimientos negativos contra sí misma, entendiéndose mejor y siendo más feliz, quitándole importancia a cosas que no son tan relevantes.

“Tiene que ver con que aquí se respira mucho amor en general, no solo a nivel de pareja, sino a nivel de gente que no conoces, que vas en el mercado y encuentras a cualquier señora y te pones a hablar con ella, hay más amor y calidez en general, más música, todo el rato más música, me encanta eso”.

Nerea Peña asegura que los queretanos no viven tan preocupados, ni de las apariencias ni de nada en general, por lo que desde su punto de vista son más auténticos, y aunque admite que hay muchas cosas maravillosas en el país de donde es originaría, a ella le sienta mejor esta forma de vivir y se acopla mejor a esta forma de ser.

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