“Normalmente las navidades se celebran entre las personas que se conocen, entre las familias, los amigos, pero esta es una Navidad incluyente porque aquí muchos no nos conocemos y eso hace la diferencia”, dice Edmundo Ramos a los asistentes a la Posada incluyente que realizan organizaciones de la diversidad sexual, y a la cual acuden personas con discapacidad, activistas feministas, de derechos humanos y todos aquellos que en un momento de su vida han padecido discriminación.

El lugar donde se lleva a cabo la posada se ubica en el corazón de Querétaro. Hasta ahí se dan cita personas de todo tipo, que no se conocen y es la primera vez que se ven en la vida, pero comparten el pan y la sal como una familia, como si se conocieran de mucho tiempo.

La noche inicia con un servicio religioso, oficiado por un pastor de la Iglesia de las Comunidades Metropolitanas, conocida por la inclusión a personas de la diversidad sexual y de todos aquellos que han sufrido de rechazo de otras religiones.

Tras el servicio, se comparten los alimentos. Se ocupan las mesas y sillas dispuestas para la ocasión, donde todos, sin importar si se es de talla baja, se sufre esclerosis o se está en una silla de ruedas. Eso pasa a segundo plano, aquí todos se respetan, se miran a los ojos, pero sobre todo se mira al alma.

Edmundo Ramos, activista de la diversidad sexual y organizador de la posada junto con Walter López, dice a los presentes que quisieron juntarlos con otras personas que conocen, que comparten el espíritu de igualdad y de no discriminación.

“Por eso los tenemos, cada uno de ustedes son los invitados especiales”, señala, al tiempo que invita a los presentes a compartir sus experiencias de exclusión, cada unos de los invitados tiene una historia especial.

Quien toma primero el micrófono, a invitación de Edmundo, es Ilsa Aguilar, primera mujer transexual reconocida en el estado de Querétaro, quien además celebra su cumpleaños. Explica que cumple 28 años, y aunque no vive actualmente en el estado, se da tiempo a acudir a la posada.

“La Navidad incluyente es una familia incluyente, en la que podemos compartir, en la podemos ser quienes somos y sobre todo recordar y pensar que queremos seguir haciendo como comunidad”, señala.

Malas experiencias

Ana Yolanda López Domínguez también comparte su experiencia. La mujer, con discapacidad motriz, explica que estudió Ciencias de la Comunicación en una universidad particular, y comenzó a sentir la discriminación cuando egresó y comenzó a buscar trabajo.

“Me enteré lo que era la exclusión cuando fui a pedir trabajo, a tocar puertas, llevaba mi curriculum, con todo lo que sabía a hacer, empezaron todos mis compañeros de la escuela a tener trabajo, coche, ropa, viajes, y yo no podía conseguir empleo.

“En uno de esos intentos me hicieron una entrevista por teléfono, a las 10 de la noche, durante una hora, y me dijeron que me presentara a las ocho de la mañana del siguiente día porque necesitaban que empezara luego, luego. Cuando llegué pregunté por la persona que me había entrevistado, para preguntarle cuál iba a ser mi lugar. La persona se quedó sin saber qué hacer [cuando la vio en silla de ruedas]. Me dijo que ya se había ocupado el puesto”, recuerda.

Por el mismo tenor, añade, en otra ocasión logró una entrevista gracias a la mediación de un conocido, pero le dijeron que para el puesto se necesitaba alguien que se viera bien, que tuviera buena presencia, “que tuviera piernas”.

Así le pasó por un tiempo, hasta que comprendió que debía de hacer algo por su cuenta. De esta manera fundó una cooperativa llamada Pan que ayuda, donde dan empleo a personas con discapacidad, adultos mayores y madres solteras, los tres, sectores vulnerables y excluidos de la sociedad y de las fuentes tradicionales de trabajo.

A la fecha, Pan que ayuda da empleo a 15 personas y no trabajan al 100% de su capacidad, esperando que tengan más trabajo pues merecen vivir con dignidad y siendo productivos, refiere Ana Yolanda.

Walter López, vocero del Frente Queretano por el Derecho a la No Discriminación y el Estado Laico y organizador del evento, toma la palabra. Dice que a las personas que alguna vez en la vida han sufrido de discriminación y exclusión no les queda en muchas ocasiones mas que ser emprendedoras, abrir negocios, crear fuentes de empleo y poner el ejemplo de entereza.

“Los que hemos sido excluidos de ese sistema, que es un sistema económico también, tenemos esa posibilidad de ser emprendedores. Es el camino que nos toca, nuestros talentos ponerlos, si nadie los ve, porque quieren unas piernas o quieren otra cosa, nosotros autoemplearnos y autoquerernos. Escribir nuestra propia historia y ahí no nos para nadie”, subraya.

Walter es ejemplo de ello, es socio de la empresa Industria 55, dedicada la impresión 3D, brindando servicio a otras empresas, y a enseñar a menores en escuelas este nuevo campo del conocimiento.

Toca el turno a Laura, mujer, feminista y cool, como se define. La joven narra que por su condición y sus ideas, le dejaron de dar clases en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), “porque tenía ideas medio raras para andar compartiendo”.

Tras ello, añade, inicia una organización que promueve la inclusión educativa, entre otros temas. Acude a comunidades a enseñar a leer y escribir a personas analfabetas, así como derechos humanos.

También la activista y columnista de EL UNIVERSAL Querétaro, Alicia Colchado, participa en la reunión, donde dice que compartir el alimento es un regalo de la vida y crea vínculos entre las personas. Las mujeres, la comunidad de la diversidad sexual, las personas con discapacidad, sufren violencia, son discriminados y se debe de hacer algo para evitar esta situación, considera.

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