“Es un trabajo que nos da de comer, es nuestro trabajo para poder dar mantenimiento de la familia”, dice Eduardo Arévalo Uribe, cantero de la comunidad de Escolástica en Pedro Escobedo, que se ha mantenido en el negocio desde hace 30 años. Aprendió el oficio, como muchos de los pobladores de esta comunidad, con su familia.

Cuando tenía 15 años de edad, unos primos le enseñaron a labrar la piedra de cantera para hacer escalones; posteriormente se dedicó a la artesanía y fue la escultura lo que más le llamo la atención, por las posibilidades de crecimiento económico.

“Empecé a hacer fuentes, fachadas de las casas, todo eso (…) Mi familia se dedica a esto por unos primos que empezaron hacer figuras religiosas y entonces me invitaron a trabajarla, elaborarla (la cantera) y a base de los años, va aprendiendo uno”, recuerda.

Labrando esculturas de cantera, Eduardo ha logrado vender las figuras que elabora hasta en 45 mil pesos. Una de ellas, fue la escultura de un indio de más de tres metros de alto que trasladó a Puebla.

Sin embargo, el negocio de la cantera no siempre es redituable. En ocasiones, las obras se trabajan durante algunos meses o semanas, tiempo que deben esperar los artesanos en comercializarlas.

La comunidad de Escolásticas se dedica en su mayoría a trabajar la cantera, lo que imposibilita la venta de las piezas dentro de la misma localidad. De los cinco hermanos que tiene Eduardo, todos se dedican a labrar cantera y sólo uno logró vender artesanías en la Ciudad de México. Él tiene la mayor salida de ventas por su trabajo.

Resultan ser los revendedores de otros lados de la República o el estado quienes terminan por interesarse en el trabajo de los canteros.

Eduardo relata que los revendedores se acercan a las comunidades o a los municipios para comprar las piezas a bajo precio y después alzar el costo en las ciudades. “Son revendedores que tienen su negocio, ellos van y nos compran, pero ya más barato, o sea abaratan el trabajo de uno, y como le digo, qué hace uno, si no sale para el gasto de uno; entonces tengo que vender barato esta pieza para poder comer, sostenerme”, dice.

El trabajo de labrar la cantera puede llevar desde dos o tres semanas hasta dos meses. La cantera que se vende a un aproximado de 75 pesos el metro cuadrado, es recolectada de las minas, en donde los canteros se acercan a comprarla.

La tradición cantera. Anteriormente, a inicios de siglo, el trabajo de cantera era diferente. Para recoger la piedra, los canteros caminaban a las minas y regresaban a sus talleres, cargándola.

La tradición cantera comenzó cuando los artesanos de ese entonces labraban piezas para la iglesia.

Cinceles para los acabados y cuñas para labrar la piedra, son algunos de los utensilios cotidianos para los canteros. Alrededor de 3 mil pesos mensuales recibe Eduardo por su trabajo como artesano y además del costo de la cantera, se debe hacer cargo del gasto del traslado de las piezas grandes, el sueldo del ayudante y otros gastos que “van saliendo”.

“(El trabajo) incluye todo el gasto, y entonces viene quedándole a uno, muy poco, muy poco ingreso (…) No hay de otra, tienes que dedicarse a esto. Si hay, como ahorita, empresas, sí puede uno dejar este oficio y dedicarse a eso y se va uno a una empresa, ¿por qué?, porque en una empresa ahí está tu paga cada ocho días, pero acá no, acá tardamos en vender una pieza y en tener beneficios”.

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