“Pensar desde hace varias décadas que el maíz tiene que ser productivo para el mercado, ha traído consecuencias para el campo mexicano”, aseguró Narciso Barrera Bassols, coordinador del Centro de Asesoría y Capacitación para el Desarrollo Comunitario “Ricardo Pozas Arciniega” y profesor de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).

El académico expresó que los paquetes tecnológicos de maíz mejorado requieren de insumos externos y encarecen la producción.

Tan sólo en el país, 75% de la dieta de los ciudadanos es a base de esta especie además de otras como frijol y calabaza, señaló.

También, el profesor de la máxima casa de estudios del estado lamentó que las políticas públicas hayan provocado una migración de campesinos que ponen en riesgo la siembra de maíz criollo.

Desgraciadamente, explicó, los apoyos que muchas ocasiones dan las autoridades en materia campesina son integrados por semillas mejoradas, lo que promueve el cultivo con insumos químicos para su crecimiento e impacta directamente en el bolsillo de los trabajadores de la tierra.

Barrera Bassols aseguró que de perderse las diversas razas de maíz autóctonas, se perdería más que una semilla, sino una identidad.

Añadió que los transgénicos dañan la tierra en donde se aplican los paquetes tecnológicos y atentan contra la salud de quienes los consumen.

“Si perdemos las variedades de esta semilla, perderíamos una parte culinaria importante de México y que es un mensaje que el gobierno manda para supuestamente atraer al turismo a través de la cocina; pero cómo vamos a atraer visitantes con maíz que enferma”, recalcó el investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Asunto curioso, pues parece que la naturaleza se ha encargado de que esta clase de cultivos se integren de forma simbiótica y armonizada puesto que, de acuerdo con el académico, el maíz es una planta que requiere mucho nitrógeno, por lo que plantar frijol cerca de ella, le aporta el elemento necesario para su desarrollo, mientras que la calabaza, con sus hojas a nivel del suelo permite que no se evapore la humedad en la tierra cuando hay sequía.

Aunado a esto, el docente de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Querétaro indicó que gracias a que nuestros ancestros inventaron la nixtamalización, es decir, el uso de cal y agua para cocer el maíz, se pueden inhibir algunas enfermedades como el bocio.

Alimento ancestral. Por estas razones, Narciso Barrera Bassols expresó que no es extraño que en la cultura mexicana esta semilla sea vista como parte importante de la cultura, la religión y la alimentación.

Por ello, concluyó, que es necesario reivindicar su calidad y producción.

Por su parte, Antonio Flores González, titular de la licenciatura en Desarrollo Local de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS), manifestó que urge valorar las variedades del maíz criollo.

“Actualmente están amenazados por la introducción de semillas transgénicas y mejoradas que manejan las empresas agroindustriales; estas han desplazado al cultivo y la diversidad del maíz que hay en el país”, aseguró el catedrático.

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