“¿Está bueno el chisme?”, pregunta un automovilista, un tanto molesto, a algunas de las personas que presencian el hallazgo de un cadáver en el río Querétaro, a una cuadra de Ezequiel Montes. Los “mirones” responden con recordatorios maternos y otras palabras poco amables, mientras los bomberos maniobran para rescatar el cuerpo del infortunado hombre.

La movilización de elementos de la Guardia Municipal, por sí misma, llama la atención. Al menos seis unidades resguardan el lugar. Los policías colocan cinta de seguridad, color amarillo, para evitar que los curiosos se acerquen mucho a los muros del río.

A los interesados ciudadanos que se acercan a ver el hecho, los uniformados les advierten que “estamos autorizados a llevarlos a la cárcel si traspasan la línea de seguridad”. Tras la advertencia, los curiosos se retiran unos metros, para posteriormente volver a avanzar unos pasos, a pesar de la cinta, que empujan “como no queriendo la cosa”.

Como siempre que se da una reunión numerosa de personas, no podían faltar los vendedores. Uno de churros se pasea entre la muchedumbre, tratando de sacar las ventas del día, mientras que del otro lado, de Universidad, donde se ubica una escuela, otro comerciantes, éste de raspados, ofrece su mercancía a los alumnos de la institución de educación media superior, que salieron a ver el hecho, sin importar que deberían estar en clases.

Los bomberos y una camioneta del Servicio Médico Forense (Semefo) se ubican en la zona, para entre su personal rescatar el cadáver. Un perito del Semefo se coloca su uniforme blanco. Se acerca a la barda que limita el río y con una cinta métrica toma la distancia que hay entre el nivel de la calle a la superficie del río.

Mientras, un elemento del cuerpo de bomberos, el encargado de ingresar a las aguas negras del río para rescatar el cuerpo del infortunado hombre, se coloca su traje sellado, para evitar cualquier tipo de infección por meterse al pestilente cauce.

Muchos de los presentes, los que están en “primera fila”, no dejan su celular. Graban video o los suben directamente a sus redes sociales. El momento no debe de dejarse pasar para una “transmisión en vivo” o una “actualización del estado”.

Incluso, mujeres con niños en brazos se asoman al río, para tratar de ver los restos mortales del hombre, cuya muerte saca de la rutina a escuelas, oficinas y negocios de Universidad, Ezequiel Montes y otras calles cercanas, pues la noticia de que se localizó un cadáver se corre rápidamente.

Los curiosos son cada vez más, llegan a los 200, aproximadamente, pues de ambos lados de Universidad la gente se congrega “¿Qué pasó?” “Por qué el escándalo?”, preguntan los recién llegados a quienes ya llevan varios minutos observando el percance. “Un muertito flotando”, dice alguien a los que se acaban de sumar a la multitud.

De inmediato sacan el teléfono celular del bolsillo, para intentar tener una imagen que “inmortalice” el momento.

La rivera se convierte también en el punto de reunión de amigos. Los que ya están de pronto se encuentran con un conocido que va llegando y al cual le informan los “detalles” del suceso.

Uno de los oficiales de la Guardia Municipal señala que se pudiera tratar de un integrante del “Escuadrón de la muerte”, como se conoce a las personas en situación de calle que consumen en exceso alcohol o drogas, hasta que sus cuerpos ya no resisten los abusos que sumados a la desnutrición, edad y magra salud, terminan con sus vidas en la vía pública.

Algunos se aventuran a decir que se trata de un niño, pues alcanzan a ver la cabeza del cuerpo y la ven muy chica. Una mujer “de buen corazón” dice que “ojalá no sea uno de los niños de las Marías, porque ya que luego los dejan solitos a los pobres”.

Luego de unos minutos en el río, el bombero sale. Ya aseguró el cuerpo a una camilla para subirlo a la avenida, donde el personal del Semefo ya dispone de una bolsa blanca, para el traslado.

Lentamente, el cuerpo es subido. Al mismo tiempo, los celulares se multiplican y graban la escena. La mujer que momentos hacía votos para que no fuera “uno de los niños de las Marías”, respira aliviada al ver que no es un niño. Es un joven.

Los alumnos de las escuela que se ubica frente al río corren al mismo tiempo para ubicarse frente al espacio que hay entre la camioneta del Semefo y camión de los bomberos, para poder ver mejor al infortunado que perdiera la vida o le fuera arrebatada. Todos los estudiantes llevan sus teléfonos móviles en la mano, buscando la mejor instantánea del singular hallazgo.

Sin embargo, para su desgracia, no logran tomar ninguna foto, o muy pocos lo logran. Un camión repartidor de refrescos les obstruye la vista, justo en el momento en el que el personal del Semefo coloca dentro de la bolsa blanca el cadáver. Una rechifla y gritos se escuchan. Esperaron cerca de una hora para ese momento, para que un camión de refrescos de cola les estorbe ese momento.

Mientras tanto, el bombero que ingresó a las aguas camina de un lado a otro de la banqueta. Mira al piso y sigue caminando de un lado a otro, en un distancia corta. Luego un compañero se le acerca y le ayuda a quitarse el arnés y el traje hermético.

Los curiosos inician la retirada, mientras que los automovilistas molestos ven como se atraviesan cientos de personas que regresan a sus trabajos o aulas, a sus actividades cotidianas.

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