Para Alberto Saldaña, ingeniero de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y maestro en urbanismo de la Universidad de Sevilla, la única justificación que él vería para un eventual resurgimiento del tren México-Querétaro consistiría en “no volver a diseñar un elefante blanco”, como el que, según su percepción, habría sido el modelo de alta velocidad que proyectaba el gobierno federal.

“Se inventaron un trenecito fantástico para hacer negocio, no para que sirviera a la gente, a los queretanos o a nadie”, dice Saldaña a este diario, al tiempo que hace un dibujo irónico sobre la manteleta de un restaurante: un tren elevándose al cielo, transportando calaveras.

Consultor de empresas en materia de infraestructura, Saldaña enumera los “cuatro trastornos” que, a su juicio, habría causado el TAV:

“La primera barbaridad consistía en querer meter una terminal en pleno centro queretano, donde únicamente habría reventado la ciudad. Lo inteligente habría sido montarla en las afueras, donde sobra espacio. Crear una solución parecida a la de la actual Terminal de Autobuses, aunque un poquito más lejos.

“El recuerdo que tienen las personas el tren del porfiriato, que servía para viajar y nada más, este gobierno lo estaba volviendo un tren ridículo, una cosa turística de lujo, que seguramente se iba a volver un elefante blanco, por innecesario. Ello porque iba a ser muy caro y no iba a hacer paradas en los municipios conurbados; justamente donde la gente más necesita el transporte. Eso se llama: tener poca abuela.

“Otra barbaridad es que el tren-bala tenía que estar confinado por alambradas a lo largo de su ruta, con lo cua la ecología se iba a ver alterada. Curioso es que, según recuerdo, se iban a expropiar un montón de ejidos y se iban a derribar más de 50 mil árboles de municipios que no iban a recibir ningún beneficio… ni siquiera una parada. “El colmo de la estupidez urbanística era que el TAV no iba a conectarse con el Tren Suburbano, al llegar a Huehuetoca, sino que a partir de ahí proyectaba entrar a la Ciudad de México corriendo en paralelo sobre la misma ruta, compitiéndole. Todo aquello, junto con los trenes de carga, se iba a convertir en un maremágnum para el área de Buenavista”.

“Si lo van a hacer tan mal… mejor que no hagan tren”, finalizó.

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