El olor a maíz quebrado se percibe desde las 10 de la mañana en el mercado Hidalgo, donde Patricia Luna ocupa una banca de fierro, ubicada hasta el fondo de un largo pasillo, donde hay puestos de fruta, verdura y hierbas, que se mezclan con el olor de la barbacoa.

A un lado de un altar dedicado a la virgen de Guadalupe, Patricia llega de martes a domingo a vender tortillas hechas a mano, gorditas, tamales y tacos de guiso. No obstante, en los últimos días la situación del negocio ha cambiado, pues los incrementos anunciados para este año han comenzado a percibirse.

“Sí ha afectado, pero ahí la llevamos poco a poco”, admite, al explicar que antes de que iniciará 2017, un bulto de maíz que contiene alrededor de 50 kilos costaba 240 pesos; ahora lo adquiere a 290; una cantidad a la que le agrega alrededor de 200 pesos del taxi, desde Santa María Magdalena hasta el centro de Querétaro.

“Aumenta todo de todos modos, el transporte 10 pesos más, pero sí aumenta. Sube todo, aunque digan que no; un peso, dos pesos, es algo (…) Lo que hacemos es comprar un poquito menos, porque como en todos los negocios, a veces se sube y a veces se baja”, menciona.

En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL Querétaro en diferentes tortillerías de la ciudad, se constató que el precio varía considerablemente. Cerca del mercado de la Cruz, una tienda vende el kilo a 16 pesos, otra a 15 y una última a 11. El precio desde inicio de este año, según los locatarios, no ha aumentado a pesar de lo advertido por la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo (Canaco) a nivel nacional. Desconocen si existirán incrementos, el último fue hace unos meses antes de que concluyera 2016.

Sin embargo, la situación cambia para Patricia, que a diferencia de estos locales prepara tortillas a mano. El maíz que utiliza a comparación de las marcas visibles en las tiendas del mercado de La Cruz, proviene de unas parcelas de Santa María Magdalena, cerca de San Pedro Martí y cuyo temporal dura los meses de octubre, noviembre y diciembre.

Comenzó a dedicarse “de lleno” a la venta de tortillas desde hace 10 años, cuando una de sus siete hermanas quedó embarazada y tuvo que hacerse cargo de la venta de tortillas. Desde chica aprendió de su madre, cómo preparar la masa, con cal y agua.

Para ella un día cotidiano de trabajo, inicia a las 3 de la mañana. A esa hora las tortillas, las gorditas, los tamales y los tacos de guiso se preparan en Santa María Magdalena, una localidad ubicada a la periferia de la zona metropolitana.

La preparación finaliza antes de las 10 de la mañana, hora en la que debe estar listo el puesto en el mercado Hidalgo. Los clientes en su mayoría conocen a Patricia desde hace años; no obstante, no faltan los esporádicos y ocasionales, cuya visita contrasta con clientes que llevan más de cinco años comprando en el mismo punto del mercado Hidalgo.

“Un día una clienta vino y yo tenía tortillas frías, que me habían sobrado. Ella me preguntó que si estaban buenas y yo le dije que las probara. Estaba indecisa si llevárselas o no, pero le ofrecí que si no estaban buenas, ya no regresará. Ahora tengo cinco años con esa clienta, poco a poco se va ganando uno a los clientes de esa forma”, menciona.

Sobre una mesa de plástico, dos botes con tamales y tacos de guiso están cubiertos con un pedazo de tela cuadrada, que los resguarda y sirve para mantener el calor de su temperatura. Las tortillas se acaban a menos de dos horas de instalarse en el mercado; los tacos de guiso, cuya especialidad es el chicharrón prensado, al igual que las gorditas, son los alimentos que más piden los clientes.

“A mí la verdad, no me gustaba venir al mercado. No me gustaba para nada, pero ahora ya tengo 10 años viniendo aquí. Cuando mi hermana se quedó embarazada, a fuerza tuve que venir a trabajar y mi mamá para convencerme, me decía que era muy bonito ganar dinero; tener un peso en la mano y ser independiente”, señala.

Los clientes fueron el primer motivo para que Patricia le agarrara gusto a venir al mercado; el contacto con la gente, el trato y las pláticas, fueron lo que provocaron que poco a poco amará su trabajo. “Ellos ven cómo los tratas, a mí me dicen que nunca me ven enojada, siempre alegre; para mí los clientes son el motor de mi alegría; por eso no le veo caso a enojarme. Para mí los problemas, se quedan aparte”, comenta con una sonrisa en el rostro.

Los ingresos por la venta de tortillas, gorditas y masas suman alrededor de 600 y 700 pesos en los días tranquilos, pero este dinero se ve reducido con la compra del maíz, el transporte y todo lo necesario para la preparación de sus alimentos. En su puesto, un medo kilo de tortillas sale en 10 pesos aproximadamente, depende de la cantidad de piezas que pidan sus clientes.

No obstante, aunque ha aumentado el precio de diferentes insumos, como el maíz y el costo del transporte, Patricia mantiene su precio y opta por adquirir una cantidad más reducida de sus productos y por lo tanto, vender un poco menos. Los incrementos para Patricia se dan cuando el maíz de Santa María Magdalena empieza a escasear antes del temporal, ya que los productores comienzan a aumentar su precio debido a la falta de costales en las bodegas de San Pedro Mártir.

“Yo todavía no siento los precios, porque el año pasado ya hubo un incremento. Lo que se hace es comprar un poquito menos; es como todos los negocios suben y bajan; a veces nos va bien y a veces no tanto; pero gracias a Dios, ahí vamos”, menciona.

“Para mí la enseñanza más grande de trabajar en esto son los clientes. Gracias a ellos continúo aquí, trabajando y vendiendo. Le doy dinero a mi mamá y de ahí vivimos. A mí me gusta mi trabajo, luego si es muy pesadito por las levantadas a las 3 de la mañana, cuesta trabajo levantarse; pero vale la pena, porque todo es al día y es fresco”, puntualiza.

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