José Luis de la Vega Santana se prepara para alabar a la Virgen de Guadalupe como mejor lo sabe hacer: con sus danzas. Como capitán general de la Danza Yaquis de Querétaro, acude a la Congregación con sus compañeros para bailar frente a la Guadalupana en su día.

Como él, miles de fieles acuden al templo para venerar a la virgen del Tepeyac, aunque para algunos es más complicado el arribo, ya que son adultos mayores y subir las escaleras del templo se convierte en una situación complicada y hasta peligrosa.

A las 10:30 AM el movimiento de gente es poco. Quizá el frío, el asueto en las escuelas y el trabajo de las personas originan no se vea gran movimiento alrededor del templo, aunque el flujo es constante.

Los puestos de guajolotes, jarritos, buñuelos, tamales y tacos, en su mayoría permanecen cerrados. Muchos terminaron las ventas en la madrugada del 12 de diciembre, por lo que sus dueños deciden abrir más tarde.

Poco a poco los alrededores de la Congregación van llenándose de fieles que acuden a una de las misas que se celebran en honor a la Guadalupana. En el atrio, vendedores de flores ofrecen su mercancía a los devotos. Ramitos de rosas y gardenias llenan los ojos de quienes acuden como cada año a mostrar su amor por la Virgen Morena.

Muchos de los que acuden a la Congregación son adultos mayores, quienes a veces acompañados de sus hijos o nietos, y a veces solos, van a dar gracias o a pedir protección para los suyos.

Esfuerzo. El camino no es fácil. Una mujer mayor, vestida con abrigo color negro y un pantalón vino, trata de subir el escalón que lleva de la banqueta al atrio del templo, sobre la calle de Pasteur. Las fuerzas abandonan a la mujer que cae de espaldas. Se duele de una pierna. Está nerviosa por el incidente, pero dice que está bien.

Una oficial de la Policía Estatal se acerca y le ofrece ayuda. Se pide una ambulancia, pero pasa hora y media y la unidad de auxilio nunca llega.

La mujer espera sentada en la silla a que llegue la ayuda, mientras que algunas conocidas se acercan y le preguntan cómo está y si pueden ayudarla en algo. Asegura que no puede caminar, y espera a que llegue la atención para conocer su estado de salud, pues el golpe hacia atrás fue muy fuerte, no sólo por su edad, sino por la altura que tiene ese escalón, que es complicado de subir para un adulto mayor.

La gente sigue entrando al recinto guadalupano. Llegan con imágenes de la virgen del Tepeyac, esculturas y otros objetos de culto que serán bendecidos por los curas que llevan a cabo esta labor frente al altar del templo.

Danzan. Afuera, a un costado del templo, junto a la fuente de Pasteur y 16 de Septiembre, José Luis de la Vega Santana se maquilla el rostro para bailar junto con su grupo de danzantes, para adorar a la virgen a su manera.

“Danzándole aquí a la virgen tenemos ahorita cinco años. Antes ya veníamos, pero por las condiciones y todo, dejamos de venir. Aquí en la danza es sin límite (de participantes), desde dos personas, como podemos participar 50”, comenta.

José Luis comienza con su preparación para la danza. Maquilla su rostro con los colores de la bandera mexicana y se pone la chaqueta beige, en la que lleva colgados los recuerdos de los sitios a donde ha acudido con su grupo de danzantes, que alrededor de mediodía ejecuta sus danzas.

Dice que acuden por su propia voluntad, porque a veces los comités organizadores de las fiestas patronales dicen que no hay dinero para darles los apoyos que necesitan, como agua para hidratarse.

“Yo, como capitán general, mi obligación es mantener a la danza y la tradición adelante. Yo les ofrezco, a quienes participan en la danza, el uniforme. Esta danza nació de corazón, con fe.

“Los que en verdad sabemos lo que es la danza, tenemos que saber lo que es el control y armonía del universo, porque en cada baile nos entregamos a Dios como a todos los santos”, dice el hombre.

Sin embargo, hay ocasiones en las que los sacerdotes les cuestionan que por qué danzan, pues la gente ya no entra a misa por quedarse a verlos danzar. Sin embargo, aclara que los que saben, cuando comienza la misa detienen los bailes.

En estos días, José Luis y su grupo han estado en diferentes sitios. Así, el 11 de diciembre estuvieron en El Garambullo, mientras que el 12 de diciembre, acudieron a la colonia El Marqués.

Conforme avanza el día y el frío es menos intenso, la gente se hace presente en la Congregación. Las familias acuden al templo a dar gracias por las favores recibidos en este año, como Margarita Martínez y Arturo Domínguez, quien junto con Yadira González, acuden para presentar ante la virgen al pequeño Arturo Maximiliano, de apenas un mes de edad e hijo de Yadira.

Con la carriola que lleva al pequeño, llegan hasta el frente del templo, donde don Arturo carga al bebé y espera su turno para la bendición.

Arturo dice que acuden a dar gracias porque su nieto nació bien y sano. La tradición de visitar a la Guadalupana es familiar, y aunque Arturo era agente de ventas y tenía que desplazarse mucho, en donde estuviera participaba de las celebraciones.

A un costado del templo se lleva a cabo una kermés, donde la tómbola, la venta de tacos de chamorro, guajolotes, enchiladas y postres, entre otros productos, se lleva a cabo con tranquilidad. De ser necesario, también se cuenta con servicio de sanitario por sólo 10 pesos.

Afuera, los vendedores de biblias aprovechan para ofrecer la palabra divina en finas encuadernaciones y a un precio económico, nada más por la celebración.

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