El municipio de Amealco de Bonfil es reconocido como atractivo turístico por sus paisajes diversos, sus artesanías y su gastronomía típica. Cada martes, en diversos puntos de la demarcación, se puede disfrutar de un platillo con mole y guajolote, acompañado de un jarro de pulque.

Estos sabores, que dan identidad a las comunidades de la zona, prevalecen por las familias que han seguido la tradición culinaria durante generaciones; muestra de ellos es el restaurante El Chamizal.

Desde hace 35 años, Alfonso Navarrete comparte con cientos de personas la receta de mole rojo que su mamá, doña Raquel, dejó como legado a su familia.

En el restaurante El Chamizal ya es tradición degustar este platillo, acompañado de enormes piezas de guajolotes, criados en la región.

Además, dice, todos los domingos, se ofrece barbacoa de borrego, que preparan en el tradicional hoyo.

Este es un negocio familiar: a don Alfonso le ayuda su esposa, María del Rosario, y sus hijos Rigoberto, Berenice y Giovanni.

En un principio, esta familia originaria de Amealco de Bonfil comenzó vendiendo barbacoa, años después introdujeron los platillos acompañados con mole, siguiendo la receta de la madre de Alfonso.

“Mi mamá era la que preparaba el mole en la comunidad, lo hacía muy rico, fue la que nos echó la mano para comenzar el negocio de barbacoa y mole, luego murió, pero le aprendimos la receta”, indica.

Los primeros clientes de este negocio fueron productores del campo, quienes, atraídos por las delicias ofrecidas en el lugar, lo recomendaron a habitantes de municipios como San Juan del Río y Pedro Escobedo.

La sazón fue cobrando fama; aunado a que, con el paso del tiempo, Amealco fue reconocido como el ayuntamiento de la región que ofrecía las mejores recetas de mole.

Así fue como la gastronomía de la demarcación se convirtió en un atractivo turístico del estado, incluyendo al restaurante El Chamizal como un sitio obligado para comer.

“Teníamos un cuartito, para darle de gomer a la gente de la zona, pero nos fuimos haciendo de más clientes y decidimos ampliar el localito, ahí la llevamos, pero no perdemos el sabor casero de nuestra comida, eso le gusta a la gente”, comenta don Alfonso.

Este negocio abre cada martes y domingo, tradición que siguen otros restaurantes de Amealco, reconocidos también por ofrecer mole.

A este lugar acuden familias de municipios aledaños y también turistas nacionales atraídos por la buena fama que ha adquirido la gastronomía de la región.

Esta familia se dedica también a la crianza de borregos, para preparar la barbacoa que ofrecen cada domingo. También apoyan a otros productores que se dedican a criar guajolotes.

Además, colaboran con diversos campesinos dedicados a la elaboración del pulque, porque es una tradición en la zona comer los alimentos acompañados con la denominada bebida de los dioses.

Al interior del restaurante El Chamizal, el aroma del mole se combina con el ambiente campirano. Un hombre acompañado de acordeón ameniza la comida con música popular, mientras mujeres y hombres desfilan de la cocina hacia el pequeño salón en el que esperan las familias para saborear el platillo que da identidad a la demarcación.

En el fogón se preparan tortillas hechas a mano; a un costado, grandes cazuelas de barro exhiben la variedad de alimentos para ofrecer: mole rojo, arroz y frijoles, para cada martes, y se agrega la barbacoa, montalayo y consomé los domingos.

Para aquellos a los que les queda un hueco en el estómago, existe la opción de probar el postre regional, ya que afuera del restaurante se ofrecen gorditas de piloncillo y pulque, galletas y dulces de leche.

A este lugar llegan familias de la Ciudad y el Estado de México, de Hidalgoy Michoacán.

Es recurrente que los comensales acudan “de entrada por salida”, como aquellos que deciden viajar de localidades cercanas hasta Amealco, sólo para degustar el mole y corroborar la fama de su gastronomía y enseguida retornar a sus lugares de origen.

Desde las 10 de la mañana abre sus puertas El Chamizal cada martes y los domingos a partir de las siete de la mañana.

Pocos condimentos, productos naturales y animales criados en el campo son lo que dan el buen sabor a los alimentos ofrecidos en este restaurante, asegura su propietario.

Don Alfonso esta contento porque menciona que con este tipo de negocios, se da empleo a las personas y productores de la región.

También destaca que con esta practica se conservan las tradiciones culinarias de la familia y se ofrece un espacio de convivencia para habitantes y turistas.

Navarrete se dice tranquilo porque piensa en el futuro de sus hijos, si las oportunidades laborales no les favorecen tienen un negocio familiar al cual dedicarse a largo plazo, pero que requiere del esfuerzo permanente para mantenerlo, asegura.

“Estamos orgullosos porque tenemos trabajo y le damos trabajo a los demás, servimos a la gente y se van contentos, porque les gusta lo que preparamos, este negocio requiere de mucho trabajo, pero nos ayuda para mantener a toda la familia”, refiere.

Mientras Alfonso comparte los detalles del negocio familiar, personas entran y salen del establecimiento, satisfechos por consumir alimentos de la región a bajo costo. Quienes laboran en el restaurant también están satisfechos de ofrecer alimentos y atención de calidad, para que los comensales vuelvan pronto a degustar el mole de la región.

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