Sergio Andrés Córdova y Ana Yazmín Márquez Castorena son desde ayer sobrecargos, cumpliendo uno de sus sueños: volar. Sergio lo ve como un primer paso para ser piloto, mientras que para ella es una meta más en su vida, pues trabajar en un banco no era lo suyo.

Ana Yazmín señala que se enteró a través de medios de comunicación de la apertura de esta carrera en Querétaro, que antes no existía, por lo que quiso entrar. A sus 32 años, soltera, explica, que la reacción de su familia fue positiva, pues recibe el apoyo de todos en casa para que realice su sueño.

Indica que la preparación es amplia, pues va desde cómo auxiliar a la gente, hasta cómo evacuar a los pasajeros. Agrega que fue una experiencia única, en una institución como la Universidad Aeronáutica en Querétaro (UNAQ) de calidad, al tiempo que recomendó a quienes quieran estudiar para sobrecargo que lo hagan, como ella, que decidió renunciar al banco donde trabajaba para perseguir su sueño.

“Decidí hacerlo y dejé el banco por esto. Era lo que yo quería y aquí estoy”, dice, pues desde que estaba en la preparatoria anhelaba ser sobrecargo.

A Ana Yazmín la acompaña su familia: todos están con ella en un momento especial. Señala que ahora, su próximo objetivo es encontrar empleo en una aerolínea y desarrollarse.

La mamá de Ana Yazmín, Maru Castorena, dice que se siente muy orgullosa de su hija, al tiempo que da gracias a Dios de haberle concedido cumplir su sueño.

Compañero de Ana Yazmín, Sergio, de 18 años, dice que se decidió a estudiar sobrecargo porque siempre le ha gustado el servicio, es una buena forma de viajar, y porque es el primer paso para estudiar piloto aviador.

Indica que gracias a su mamá se enteró de la impartición de esta carrera, y decidió probar con esta profesión.

Asevera que no se le complicó la carrera, pues tiene poder de retención, además de que le gustaron las materias que se les impartieron. “Yo también pensaba que sólo era de servir refrescos, cosas así, pero son muchas otras, como primeros auxilios”, enfatiza.

Sergio agrega que antes de estudiar esta profesión, el trabajo era “sólo para niñas, pero está chido, porque viajas, conoces gente, y como que les llama la atención [a algunos de sus amigos] estudiar esto”.

En la primera generación hay siete hombres, el resto son mujeres, pero entre todos se formó un buen ambiente de compañerismo y fraternidad, aunque para Sergio lo pesado fueron los horarios de las clases, pues comenzaban a las ocho de la mañana y terminaban a las tres de la tarde.

Añade que en dos años piensa, empezar a estudiar para piloto, para volar en Airbus A380. Por lo pronto le gustaría viajar a Cancún para descansar unos días y a África para conocer.

A Sergio lo acompaña su madre, Sandra Téllez, y su hermano menor, Román. La mujer dice que siente muy orgullosa de su hijo, pues por varias situaciones familiares se hizo un esfuerzo para que estudiara.

“El aspecto económico es muy complicado para todos, no sólo de la familia matriz, padres y hermanos, sino de los abuelos, tíos”, abunda.

Aunque dice que la carrera no es onerosa, sí representa un gasto, pero la satisfacción de ver a su hizo realizado no tiene precio. Agrega que su sueño es verlo viviendo en otro país, para que conozca otros lugares, que haga lo que le apasiona y le gusta, “no me importa si está aquí o en Francia, Inglaterra, siempre y cuando esté contento”.

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