Los 2.4 millones de jornaleros que trabajan de manera subordinada en el campo mexicano se encuentran entre los grupos laborales más desprotegidos del país, debido a sus largas jornadas de trabajo, bajos salarios y falta de prestaciones, coinciden especialistas consultados.

Sus jornadas diarias rebasan en muchas ocasiones las 10 o 12 horas, y de acuerdo con datos del Inegi, 50% de los jornaleros reciben entre uno y dos salarios mínimos y 38% uno o menos de uno.

También 80% de los jornaleros y 72% de las jornaleras carecen de prestaciones laborales como vacaciones y aguinaldo.

Las movilizaciones en 2015 en el Valle de San Quintín, Baja California, donde se asientan 60 mil jornaleros con sus familias, la mayoría indígenas de Oaxaca, evidenciaron la precariedad que sufren estos trabajadores y es una expresión de lo que ocurre a escala nacional, opinó Jorge Romero León, representante en México y Centroamérica de Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural.

Aunque formalmente los jornaleros están caracterizados en la Ley Federal del Trabajo como trabajadores del campo, en los hechos sufren desprotección por el Estado.

Adicional, hay escasa responsabilidad social de las empresas productoras y exportadoras agrícolas y de la sociedad en su conjunto: “no reparamos si nuestros alimentos se obtienen con trabajo vulnerado o esclavo”, agregó el especialista.

En política federal, dice Isabel Margarita Nemecio, de la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas, lo que hay es el Programa de Atención a Jornaleros Agrícolas (PAJA), cuya población potencial (trabajadores y sus familias) aumentó de 2008 (2 millones 896 mil) a 2016 (4 millones 552), pero con disminución de 84% de población atendida. En 2015 el PAJA atendió sólo a 103 mil 140 personas.

Además el PAJA ha tendido a la baja en sus recursos presupuestarios y ha dejado de hacer labores fundamentales como es el registro de datos básicos de los jornaleros migrantes en estados receptores.

Los jornaleros migrantes se mueven por 19 estados del país y los flujos han tendido a crecer en los 15 años recientes y que presionan con escasos apoyos públicos y precios volátiles de los cultivos a la agricultura campesina (de las zonas donde proceden los jornaleros migrantes), y que concentran subsidios a favor de la producción empresarial.

Los jornaleros de San Quintín han visto frutos de su movilización de 2015, pero limitados, señala Nemecio, pues han aumentado salarios, aunque de forma insuficiente y diferenciada mientras las jornadas laborales han crecido.

La expectativa es que, por medio del Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros Agrícola (SINDJA), surgido de las movilizaciones en San Quintín, pueda definirse un salario profesional para los jornaleros.

El próximo miércoles 3 y jueves 4 de mayo se realizará en la Facultad de Economía de la UNAM el Foro Jornaleras y Jornaleros Agrícolas: Presente y Futuro, donde participarán expertos en el tema, funcionarios, académicos y organizaciones sociales; pero sobre todo jornaleros dando su testimonio.

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