El Centro de Atención para Niños con Daño Cerebral es el único sitio a nivel nacional que se especializa en el cuidado de menores con esa condición. Teresa Méndez Hidalgo dirige el instituto que fundó hace 11 años como una necesidad por ser madre de un menor con este mal, pero que con el paso de los años se convirtió en una misión de vida.

La también pintora, cuya oficina está decorada con un cuadro suyo donde está su hijo rodeado de ángeles, señaló que está en el centro porque Luis Manuel, su hijo, “vino a ponerme este quehacer en las manos, por eso estoy aquí, me encanta, es un trabajo que me gusta mucho, no lo veo como un trabajo, lo veo como mi misión de vida, así lo siento y así lo veo”.

Dijo que la fundación de este centro fue por una necesidad, ya que en ningún otro lado recibían a los menores: “Él ya se fue [su hijo], él ya no está conmigo desde hace tres años, pero el centro continúa dando servicio, ese fue el compromiso que hice desde que hice los estatutos para el acta constitutiva [...] es algo fuerte, pero es la forma de que él trascienda, es una forma de apoyar, de servir a las personas, a la humanidad, pero no es fácil, pero esta es una misión de vida, no me cabe la menor duda”.

Explicó que actualmente atienden a 20 menores, el más chico de dos años de edad, aunque esperan a una niña de un año nueve meses; agregó que atienden a niños desde los seis meses de edad hasta los 20 años.

En este tiempo sólo han atendido a una menor que no era oriunda de Querétaro, sino de Ixmiquilpan, Hidalgo, quien venía una semana al mes a recibir apoyo. Adelantó que existe un proyecto de abrir un centro similar en Irapuato, Guanajuato.

“Ahora tenemos a muchos adolescentes, el grueso de nuestros niños están entre los 11 y los 16 años, vamos adquiriendo experiencia, todos son distintos, pero si tienen una constante: viene la producción de hormonas y tenemos comportamientos diferentes, respecto a las crisis convulsivas, a cómo funciona su cuerpo, entonces necesitamos tener experiencia, no nos hemos arriesgado, y porque no tenemos tanto personal, somos solo 10 personas”, indicó.

Señaló que fundó este centro el 14 de diciembre de 2004, y que sus recursos son a través de donativos, como las becas de los sistemas para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) estatal y municipal. Explicó que además cobran a los padres una cuota de mil 900 pesos, aunque no todos los familiares pueden aportar.

“Tenemos una población de mamás solas, no son solteras, son solas, únicamente hemos atendido a dos madres solteras en el transcurso de los 11 años. Un 85%, en nuestra experiencia, y coincidimos con los porcentajes de APAC, porque estamos también en la Red de Discapacidad [de donde también son fundadores]”, mencionó Teresa Méndez.

Las madres, abundó, son abandonadas por sus parejas, sin que tenga una explicación de la razón por la cual los padres dejan a sus parejas con sus hijos. “Puede ser que tengan miedo, o se interesen por una vida más cómoda, no tengo idea, pero es una constante”, afirmó.

Apuntó que en este tiempo han visto que la mayoría de los menores con daño cerebral son niños prematuros y tienen problemas respiratorios, pocos son los que presentan algún síndrome. “Entonces se da la llamada parálisis cerebral, entonces el diagnóstico es daño cerebral, o Parálisis Cerebral Infantil (PSI), aunque se puede adquirir por una caída, una sacudida fuerte, pues el cerebro de los niños aún no está totalmente desarrollado y puede golpear contra el cráneo, presentándose derrames, además de que en muchas ocasiones se registran negligencias médicas”, explicó.

En muchas ocasiones, aseveró, los médicos no ponderan el factor humano, pasando desapercibido que las madres de los menores vienen lastimadas, con un problema de salud en sus hijos complicado: “Son niños que viven poco, pueden fallecer a los dos años, a los tres, mi hijo, decían que no pasaba la noche cuando nació, y vivió 15 años, depende mucho de cómo los atienda uno, de que no se quede uno con los brazos cruzados”.

Recalcó que la parte humana muchas veces se pierde de vista en el sistema de salud y no se toman en cuenta los sentimientos de los familiares, que reciben la noticia de que su hijo morirá, sin que se les oriente de manera adecuada.

Tanto a nivel nacional como local no existen estadísticas exactas de cuántos menores padecen parálisis cerebral, además de que las estadísticas las manejan, a nivel federal, de manera confidencial.

Del mismo modo, acotó que en muchas ocasiones los familiares van a una primera consulta y no regresan, sin que se le dé el seguimiento adecuado a los menores enfermos.

“Nos dicen que son niños que van a ingresar toda su vida al hospital, y no necesariamente si uno los cuida, si uno se aplica. Aquí se les cuida mucho para que no tengan llagas, tenemos terapia física, como la terapia Vojta”, acotó Teresa Méndez.

Puntualizó que el trabajo es emocionalmente intenso, por lo que debe de platicar mucho entre el personal, para soportar el desgaste, además de que la mitad del personal son las mismas madres de los menores.

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