N o es la misma perspectiva desde adentro de la colonia Las Américas, que lo que se ve por fuera, desde el entronque de 5 de febrero y Bernardo Quintana por donde transitan miles de personas y automóviles cada día. La mayoría de ellos cree que se ve bonito aquel paisaje urbano.

Al adentrarse en las entrañas de la zona de la capital, la visión es totalmente distinta y contrasta ampliamente con lo que las personas pudieran pensar con ese pictórico escenario, inspirado en los pueblos Otomí, Pame y Chichimeca, que a primera vista genera una apariencia amigable.

En cambio, desde adentro, los habitantes viven un ambiente hostil y peligroso. Ya están hartos de la inseguridad, el narcomenudeo, el robo de autos, muertes y la falta de prontitud de los cuerpos policiales cuando realizan una denuncia. Incluso, una de sus habitantes que prefirió omitir su nombre para evitar represalias y a punto de cumplir 30 años de vivir en lugar, aseguró que están a punto de regresar a la ley del talión: ojo por ojo y diente por diente.

De hecho, contó que las mismas vecinas han perseguido a los delincuentes cuando roban. La autoridad brillaba por su ausencia hasta antes de que Juan Marcos Granados Torres, titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, reveló que entre las 43 pandillas delictivas que operan en el estado, están “Los Chidos” que se localizan en Las Américas y en algunas colonias aledañas, consideradas como una de las más peligrosas registradas en la entidad.

Sin embargo, la vecina reconoce que esta banda tiene alrededor de 20 años asolando a los colonos y a cualquiera que pase por la zona capitalina. No hay horarios para la delincuencia, no hay límites, por lo que reveló que han estado a punto de linchar a alguno de los delincuentes a quien han detenido los vecinos en el momento en que están perpetraba un robo.

“Hay mucha inseguridad, padecemos mucho vandalismo, hay mucha drogadicción”, refirió la entrevistada, quien nos reveló la ubicación de una de las casas de los familiares de “Los Chido”’, una pandilla que aseguró, tiene más de 20 años de conformada la cual se ha vuelto una mala ‘escuela’ para varios niños y jóvenes de Las Américas. Antes —recuerda— no había esta delincuencia como ahora.

Sin respeto a los colonos. “Son unas personas muy problemáticas, se meten directamente con la mayoría de las personas de aquí, no les importa. A mi consuegra le robaron su bolsa, le dijeron que si no la entregaba le pegarían con una llave stillson en la cabeza, y como está enferma de cáncer, le quitaron todos sus medicamentos que llevaba, así como sus documentos del Seguro Social, también le quitaron su celular y su mercancía, ya que se dedicaba al comercio de joyería. El robo fue a plena luz del día en la parada del camión sobre Bernardo Quintana”, explicó.

También comentó que ha experimentado la frustración de perder su mercancía, la cual vendía para aportar un ingreso extra, cuando le abrieron su automóvil en una ocasión.

“Aunque pasan los carros nadie se detiene para ver cuando roban a alguien”, añadió.

La impotencia que los colonos experimentan es muy grande por esta situación. “A todos nos ha tocado que nos roben las baterías de nuestros autos, se meten a las casas y no es justo porque se supone que entre los vecinos nos debemos de cuidar”.

Hace un mes —relata— los delincuentes vaciaron una casa cercana. “Le rompieron la barda con marro para meterse a su cuarto porque contaba con una chapa de seguridad que no pudieron abrir, pero no sirvió de nada, hicieron un hoyo en la pared y la vaciaron.

“Para los rateros no hay puertas ni ventanas que los frenen”, reveló, con el coraje a flor de piel, además de comentar que por las noches se encierran con llave en su casa, mientras afuera, los maleantes buscan las víctimas potenciales. Además, a ella y su familia les ha tocado ver cómo abandonan sobre su calle autos robados.

Falsas esperanzas. Desde noviembre de 2013, Las Américas fue elegida para ser parte de un proyecto de intervención urbana por parte de la Fundación Proart y el colectivo español Boa Mistura, con lo que buscaban darle una nueva personalidad al lugar, algo que también generó nuevas esperanzas entre los habitantes para que la inseguridad disminuyera, pero en realidad, no ayudó en mucho, aunque en apariencia parezca diferente.

La primera fase del proyecto transformó 30 viviendas. En mayo de 2014 finalizó la nueva apariencia del lugar completamente, ya que se logró darle un giro a la mayoría de las mil 74 casas que ahí se encuentran.

“Esperábamos un cambio, pero no hubo tal. Las paredes ya están llenas de grafitis y no es justo porque apenas pintaron para que le volvieran a dar otro mal aspecto a la colonia. No se vale”, señaló la madre de familia, a lo que su hija agregó que los jóvenes y grafiteros también estaban incluidos en el proyecto del colectivo Boa Mistura, “pero se acabó el programa y ellos siguieron con sus daños”.

¿Hay cámaras de vigilancia? Arriba del mirador del lugar, desde donde se alcanza a ver la colonia Desarrollo San Pablo, así como dos de las avenidas más importantes de la capital, hay una cámara de vigilancia. “Han pasado cosas aquí y la policía nunca llega, no sabemos si sirve la cámara, por eso nosotros queremos poner algunas”.

Con las denuncias telefónicas sucede lo mismo, ya que son muchas veces las que han marcado a Seguridad Pública Municipal, “pero los policías llegan una hora y media después, así ya para qué, aquí necesitamos que lleguen rápido y nunca pasa. Y en dado caso que lleguen y detengan a los rateros, no pasan más de 15 días cuando ya los volvemos a ver rondando por aquí”, detalló una segunda entrevistada de la zona.

Se constató que la cámara sí funciona, ya que al término de los sondeos, una camioneta de la policía ya esperaba a la vuelta de la esquina. La revisión de los elementos de seguridad fue para saber qué hacían ahí, solicitaron identificaciones, checaron nombres por su radio y tomaron nota de las direcciones de la credencial de elector de cada uno. Una cuestión que consideran de rutina.

La zona está caliente, y por ello, se han incrementado las movilizaciones policiales, reveló uno de los elementos. Pero la pregunta que se hacen los vecinos es “¿si funciona la cámara, porqué en la noche nunca vienen cuando pasa algo?”.

Segunda oportunidad. Aunque han estado a punto de experimentar la ley del talión con los delincuentes, los entrevistados comentaron que sería comportarse como ellos. Por eso, esperan que las autoridades hagan algo en Las Américas y que rescaten a todos los jóvenes que están inmersos en problemas de drogadicción, “que los rehabiliten, que les enseñen a trabajar y que les den una segunda oportunidad, porque hasta eso que todos la merecemos”.

La guarida. En un dren que pasa por debajo de Bernardo Quintana y desemboca en Desarrollo San Pablo, lugar al que se pasaron los delincuentes, luego de que se tiraron las bardas de una casa a medio construir un poco más arriba del lugar, que servía como espacio para drogarse y cometer delitos. Es lo malo de la delincuencia, que se adapta a las peores condiciones porque para ellos no hay nada que los detenga y menos en la colonia Las Américas.

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