Existen 285 millones de personas con discapacidad visual, 90% se encuentra en países de desarrollo, lo que significa que 80% se puede evitar o curar. En el municipio de Querétaro, hay 7 mil 971 personas débiles visuales y ciegas, lo que representa casi 30% de la población.

Inseguridad, depresión, angustia y miedo es lo que vive un ciego al salir al mundo. Ser invidente es un obstáculo que el destino les puso, sin embargo, ellos deciden vivir con los ojos y el corazón más abierto que nunca, piden una oportunidad para ser vistos como personas normales.

En Querétaro existe una sola escuela y albergue para débiles visuales adultos, la “Unión de Minusválidos de Querétaro IAP”. En esta escuela maestros voluntarios imparten más de 20 actividades diversas de lunes a viernes, una de las preferidas es el taller de teatro.

Andrea Ornelas, de 22 años y maestra del taller de teatroformó “Mira lo que veo” —creación colectiva de teatro foro en donde ciegos actores narran su día—, lleva más de un año concientizado a la sociedad.

“Fue un proyecto que contemplé desde la carrera, pensé en la gente vulnerable, en un sector abandonado y me ha dado satisfacciones. Creo que aprendo más que ellos, son personas sensibles, inteligentes y con todo el potencial para crecer, a veces la gente no lo ve así; creo que el arte también puede curar y sensibilizar a la sociedad”, dijo Ornelas.

El grupo teatral se ha presentado en diversos escenarios con la finalidad de concientizar sobre la condición que viven las personas con alguna discapacidad. De los 15 actores que integran “Mira lo que veo” sólo uno de ellos es ciego por nacimiento, el resto a partir de alguna enfermedad u operación.

Uno de los actores, René Cortés Huerta, de 43 años, perdió la vista hace tres años por la diabetes y le amputaron una pierna, sin embargo, piensa que tiene lo esencial para disfrutar y sonreír

“Traté de salir de mi depresión, escuché en la radio que existía la escuela y dije tengo que ir, no tengo que estar vegetando, tengo que aprender cosas nuevas porque sigo vivo, no me falta nada, más que una ramificación, me puse a pensar que era como un árbol que le habían arrancado una ramita”, compartió.

María Guadalupe Campos, de 43 años, quedó ciega hace tres años por un tumor en el cerebro, al salir del quirófano sólo veía sombras.

“Llegue a la escuela a aprender el bastón blanco que es mis ojos para conducirme y en la escuela aprendí braille y computación, llegué al taller de teatro que me ha llenado muchísimo”, externó Guadalupe

Miguel Ángel es otro ciego adquirido que corrió el maratón 2013, es fotógrafo, masoterapeuta y lamentó que pese a sus capacidades las oportunidades laborales sean pocas.

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