La joven Abril, de 23 años de edad, coloca con paciencia puntos de mermelada de fresa sobre decenas de pastas circulares que están sobre una charola, idéntica a las muchas que están acomodadas en unos pequeños anaqueles, donde se pone el producto un día antes de meterlo a hornear.

Alrededor están sus compañeros. Ismael, quien es el trabajador con mayor antigüedad y que supervisa la labor de todos, además de Adriana y Gaby, que están en la misma mesa que Abril, ultimando los detalles de las galletas que se hornearán al día siguiente.

Otros compañeros que se encuentran en el turno son Saúl y Lalo, realizan diversas labores de limpieza tanto de las mezcladoras de la masa, como del área de trabajo en general.

Al fondo de la fábrica, está la gerente de producción, Valentina López, quien adentra a EL UNIVERSAL Querétaro en las entrañas de un proyecto singular, único en el estado. Todos ellos son parte de Pan que Ayuda, una cooperativa en la que hay dos ingredientes adicionales a los que comúnmente se utilizan en la elaboración de galletas: alegría y agradecimiento.

Agradecimiento por ser una de las pocas empresas en el estado que emplea exclusivamente a personas con discapacidad, tercera edad o madres cabeza de familia y, por ende, una alegría intrínseca por encontrar un lugar donde pueden desarrollarse laboralmente y demostrar que son tan capaces para realizar la tarea, como cualquier otra persona. Ellos dominan a la perfección el proceso de elaboración de galletas, que además, los que las han probado, aseguran que son muy ricas.

Las harinas para los productos que elaboran son totalmente naturales, para cumplir siempre con los estándares de calidad que se ha impuesto la propia marca queretana.

El proyecto comenzó en 2012 y actualmente elabora 12 mil galletas por semana, una productividad que con los años incrementó para llegar a este número, que principalmente se distribuye en empresas de diversos ramos de la industria donde se realicen coffee breaks y juntas de personal, que al consumir las galletas de Pan que Ayuda se convierten también en compañías socialmente responsables.

Valentina López, gerente de producción en la singular fábrica de galletas que se ubica en la calle Prolongación Pino Suárez 467-B, Circuito la Carambada, Nave 19, dentro de la colonia Ejido Modelo, recibió al equipo de reporteros de esta casa editorial. Ella considera un honor “coordinar a este grupo maravilloso de trabajo, que más que especial, es un equipo con capacidades iguales que en cualquier otro lugar”.

Son procesos bien diseñados, acorde a los recursos humanos y de equipo para que la empresa funcione. Actualmente, dijo, “producimos alrededor de 12 mil galletas a la semana, debido a que empresas socialmente responsables son nuestros clientes principalmente, nuestro producto está orientado hacia el servicio de los coffee break, la industria consume mucha galleta, entonces nosotros tocamos la puerta de esa manera para solicitar que nos ayuden a desarrollar la comunidad queretana y especialmente a personas con discapacidad, adultos mayores y madres cabeza de familia”.

Pan que Ayuda reza en su slogan: “Ayudar te dará el sabor de la alegría”. Una de sus principales ventajas competitivas, reveló Valentina López, “es que no utilizamos saborizantes ni conservadores, es un producto que sí tiene mucha competencia en el mercado, pero elegimos ingredientes frescos y naturales; es mejor entregar al cliente un producto de buena calidad para matar dos pájaros de un tiro: que el cliente quede satisfecho con el producto y además es un producto con causa”, aseguró Valentina.

Entre sus principales clientes figuran empresas como Call Fasst, Contact Center Centro de Investigación y Desarrollo Carso – Condumex (Cidec), Cordaflex, General Electric Infrastructure Querétaro, Grupo Financiero Santander México, Hi-Lex Mexicana, Jafra México, Kostal Mexicana Querétaro, Samsung Electronics y el Tec de Monterrey Campus Querétaro.

Oportunidad de oro

Ismael Ortiz Martínez tiene 60 años y perdió la vista de su ojo izquierdo por complicaciones con la diabetes. Tras sentir la incertidumbre y la depresión de no encontrar trabajo debido a su condición física, sabe que los casi cuatro años que lleva dentro de Pan que Ayuda son una oportunidad de oro.

“Me he sentido muy a gusto por la labor que llevamos a cabo y por la confianza que me han dado. Mi experiencia aquí ha sido muy bonita, porque compartir con las personas que aquí trabajan es muy agradable, me siento contento por el trabajo que realizamos y estoy agradecido, porque antes de llegar aquí viví discriminación y falta de confianza al pedir apoyo y trabajo, pero en la mayoría de los lugares a los que fui no me lo querían dar, me decían que no querían correr los riesgos por la falta de vista que tengo porque de un ojo ya no veo”, indicó.

“Ya me operaron dos veces y ya no se recuperó, entonces mi ojo derecho, con el que alcanzo a ver, es el que me ayuda mucho para poder trabajar, por eso la experiencia aquí es también de mucho aprendizaje porque llegué sin saber nada de la elaboración de galletas, todas las recetas las aprendí aquí”, recordó Ortiz Martínez, quien labora de 7:30 a 17:00 horas.

Contó que antes se dedicaba a la joyería, a trabajar piezas de oro y plata que el mismo elaboraba, “pero debido a la pérdida de vista tuve que dejar mi trabajo por el que tengo ahora. El trabajo que hacía era muy detallado y laborioso y ya no lo pude hacer porque elaboraba las piezas al 100%, busqué otras opciones y el destino me trajo a este lugar donde me tratan bien”.

Dentro de la fábrica de galletas todos se llevan muy bien. Ismael se encarga de presentar a sus compañeros: “Adriana, que le gusta mucho trabajar conmigo; Abril es eficiente, activa y alegre; Gaby también es muy alegre y se pone a cantar; está Saúl que es la mano fuerte de aquí y nos ayuda mucho, y también está Lalo que es de los más nuevos, tiene poco de haberse integrado con nosotros pero trabaja muy bien. Del horno y las recetas me encargo yo personalmente”.

Su llegada a la empresa repercutió también en su familia, pues “ellos se sienten a gusto, porque me ven que soy útil y como me ven feliz trabajando se sienten bien. Tengo cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres, ya soy abuelo y también me acabo de estrenar como bisabuelo. Aunque soy muy reservado, sí les platico que trabajo con personas con discapacidades pero trato de que nos vean como todo el mundo, que vean que somos muy inteligentes y que el trabajo que nos toca lo hacemos muy bien”.

El origen

Ana Yolanda López Domínguez, que es la directora de Pan que Ayuda, tiene discapacidad física. Terminó la carrera de Comunicaciones en el Tec de Monterrey con mención honorífica y después hizo una maestría en Desarrollo Humano, pero cuando salió a buscar trabajo, su sorpresa fue que se encontró con la discriminación laboral para personas como ella.

Pasó el tiempo, buscó como autoemplearse y resolver su situación económica, aunque se prometió a sí misma que un día iba hacer algo por las personas con capacidades diferentes.

Primero, empezó con una asociación civil que se llamaba Queretanos Unidos por la Discapacidad, donde buscó apoyos para generar talleres de bisutería, computación, siempre para personas con discapacidad; dentro de esos talleres recibieron uno de panadería y salieron a venderlo con un resultado positivo en la venta. Desde ahí se tomó la decisión de dedicarse a la fabricación de alimentos, primero pan, pero al final se cambió por las galletas, por la vigencia más amplia para su maniobra de venta.

El resultado obtenido fue la sociedad cooperativa Operadora de Alimentos y Servicios Paninnis, S.C. de R.L. de C.V., comercialmente conocida como Pan que Ayuda, constituida el 6 de diciembre del 2012.

Capacidad de producción

Aunque la demanda actual de la empresa incluyente son 12 mil galletas, Valentina López asegura que la capacidad instalada de producción es para elaborar el triple de galletas.

“Podríamos hacer 36 mil galletas a la semana sin problema, ya que contamos con un horno de gran capacidad, al que le caben 25 charolas por horneada, y también tenemos una máquina galletera, que nos sirve para bajar el tiempo de producción”, indica.

Entre la variedad de productos que se elaboran se encuentran cuatro líneas de galletas: gourmet, clásica, tradicional y saludable. Una caja gourmet de 750 gramos cuesta 95 pesos o se vende kilo y medio por 185 pesos; una caja de 750 gramos de galleta clásica 80 pesos o kilo y medio en 150 pesos; una caja de galleta tradicional cuesta 60 pesos o un kilo 300 gramos en 120 pesos; mientras que la caja de saludable —que es una galleta gourmet con harina integral y la mitad de azúcar— cuesta 110 pesos los 750 gramos o 215 pesos el kilo y medio.

Habló sobre la elaboración de un nuevo producto que ha tenido buena respuesta con sus clientes: el pan de centeno. “Es un pan hecho con masa madre, que es un fermento natural de un día antes de hornear, se activa la masa madre y después se prepara el pan. Esto produce lactobacilos en el producto y otro tipo de ingredientes, que al hacer una explosión química genera muchos nutrientes”, explicó.

“Este pan es la opción saludable que nosotros ofrecemos a nuestros clientes, pan adicionado con arándanos y nueces, que nos hemos dado cuenta que ha sido muy bien recibido, un pan un poco al estilo europeo y que presta muy bien para ocasiones especiales. Elaboramos piezas de medio kilo y su precio es de 60 pesos cada una”, abundó.

Sin embargo, el pan de centeno tiene una caducidad muy diferente a las galletas. “La galleta dura aproximadamente dos meses en anaquel, mientras que el pan de centeno sólo dura dos días o tres cuando agarra mejor sabor, pero después de siete días hay mucho riesgo de hongo, entonces es un producto que se debe desplazar rápido”, agregó la gerente de producción, quien comentó que, al ser una empresa como cualquier otra, los interesados en unirse al equipo de trabajo se tienen que presentar con su solicitud elaborada y tener una cita como en cualquier otro lugar.

Otro producto estrella que realiza esta empresa es el alfajor, dulce de leche de origen argentino, que lograron elaborar gracias a una visita de una voluntaria de Argentina que les ayudó a conocer y hacer la receta. Cada pieza de este dulce se vende en 20 pesos.

Actualmente, Pan que Ayuda genera 14 empleos y están al 10% de su capacidad de producción. Valentina mencionó que también están detonando proyectos de voluntariado corporativo, con algunos de los clientes que tienen interés de hacer responsabilidad social, quienes llegan a ayudar y aportar su granito de arena, pero salen transformados por la naturaleza de la singular compañía que ha cambiado la perspectiva empresarial hacia mecanismos totalmente incluyentes, que mucha falta hacen en el estado y el país.

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