Alejandra Guadalupe Rodríguez, quien estudia educación, habla pausadamente luego de ver la muestra sobre genocidios que montó el Museo Memoria y Tolerancia, en el patio central del Centro Cultural Manuel Gómez Morín.

“Hay historias que están pasando ahorita”, dice la joven.

En dos espacios del Gómez Morín se recuerda el odio de humanos contra humanos, el desprecio a la vida humana y el sadismo en contra de quienes no son iguales, o son el blanco del los rencores y furia de un grupo de la sociedad.

El primero, en el patio central, muestra genocidios cometidos en los últimos 100 años en diferentes partes del mundo, desde el genocidio armenio, cometido entre 1915 y 1923, hasta el conflicto en Darfur, que luego de dar una tregua en 2010, hasta la fecha continúa, pasando por conflictos tristemente famosos como la Guerra de los Balcanes, el Holocausto y la limpia racial en Guatemala.

Alejandra Guadalupe señala que la exposición es “muy impactante, es algo que desde hace mucho está pasando y sigue pasando. Es importante trabajar para que se acaben y no se repitan los genocidios, con valores y educación para que las personas aprendan a respetar las diferencias y a tolerar”.

La joven subraya que todos los genocidios que se explican en la muestra la impactan por la cercanía en el tiempo y porque el conflicto de Darfur es actual.

“Sí, conocemos las historias de antes, pero hay otras que están pasando en este momento y uno no se entera por diversos motivos, entonces es la que más me impactó, es algo más cercano a nuestra época y nuestra realidad”, agrega.

La joven explica que ver esta exposición le deja muchas ganas de ayudar a la reflexión de estos casos para que no se repitan crímenes de odio contra grupos raciales.

Los rostros cambian al ver la muestra. Como estudiante de educación y futura maestra, la exposición le deja la semilla para fomentar en sus futuros alumnos la tolerancia y el respeto a las diferencias, para que poco a poco terminen estos terribles hechos.

De Los Balcanes a Guatemala, el odio y desprecio a quienes, por cuestiones étnicas o sociales, no resultan favorecidos en el mundo, se pone al alcance de los visitantes al centro cultural. Los ciudadanos que se acercan entran y salen de manera diferente, sus rostros cambian cuando salen de la pequeña, pero aleccionadora exposición.

Personas en solitario, en pareja, en silencio, entran y salen de manera intermitente a la muestra, donde se aprecian fotografías e información de todos casos de genocidio que se exponen.

En el caso del Holocausto, además de las imágenes y la información que se presenta, se pueden ver algunas “curiosidades”, como pasaportes de ciudadanos alemanes “de raza pura” y los mismos documentos, pero de lo judíos, a quienes les ponía una “J” en color rojo, para poder ser identificados.

También se pueden apreciar algunos de los aparatos médicos con los que los médicos, al servicio de los nazis, hacían “exámenes científicos” para determinar el grado de pureza racial de los ciudadanos, algo que para la gran mayoría de los humanos, actualmente, es un absurdo.

Entre los visitantes a la muestra se encuentra Rogelio García Guzmán, profesor de Educación Física, y Diana Ocampo Valle, abogada litigante, quienes juntos recorren la muestra.

“Es difícil entender que es necesario plantar un alto a las matanzas, en donde sea que se presenten. Aquí estamos apreciando las matanzas, los genocidios que se han hecho en muchos países del mundo, pero no debemos de olvidar que en nuestro país, en México, desde la antigüedad se han registrado matanzas de pueblos, de comunidades; independientemente de su cultura y su filiación política o religiosas, siempre han sido víctimas de genocidio”, comenta Rogelio.

La intolerancia en México. En tanto, Diana señala que desde el punto de vista jurídico, brillaron por su ausencia los derechos humanos en todos estos conflictos que se presentan. Ahora, explica, todavía hay ciertas regiones, tanto en México como en el mundo, donde no se respeta el derecho a la vida, la libertad de expresión, al libre tránsito; derechos que se tienen como sociedad y que deben de hacerse valer.

“Lo que vemos aquí son las catástrofes humanitarias que han sucedido en el mundo, pero también hace falta que se sepa y conozca lo que hemos sufrido como pueblo, en México, para que no se vuelva a repetir”, abunda.

Rogelio dice que todos los genocidios presentados en la exposición son dolorosos e impactantes, pero principalmente los que se han presentado a finales del siglo XX y los que se perpetran todavía en el siglo XXI, que resultan lamentables, además de que asegura que en México se sigue aniquilando a ciertos sectores de la población.

Diana, a su vez, coincide en que todos los genocidios presentados impactan a los visitantes y que no debe de olvidarse que en México las condiciones no son las mejores, respecto a este tema.

En otro de los espacios, una sala a la entrada del Gómez Morín, se exhibe la muestra “Educar para recordar: El Holocausto, paradigma y genocidio”, donde se hace un recuento del holocausto del pueblo judío durante el régimen nazi en Alemania.

En el lugar también se muestran las “Huellas para no olvidar”, que son las impresiones de las manos de dos sobrevivientes de ese genocidio, así como las de sus descendientes, hijos y nietos.

La gente que entra a la exposición, poco a poco, cambia su semblante conforme lee y ve las fotografías de la Shoá (la catástrofe en hebreo), forma en la que se conoce este pasaje oscuro de la historia reciente.

Quienes entran a ver la exposición lo hacen en silencio. Leen los textos que acompañan a las fotografías y avanzan a la siguiente parte de la exposición, donde se explica la forma en la que lo nazis aniquilaron sistemáticamente a judíos, opositores políticos, homosexuales, gitanos y hasta personas con discapacidad.

Cuando terminan de ver ambos espacios los visitantes salen distintos: muchos con rostro serio, con pena o dolor, otros salen con un nudo en la garganta, incapaces de creer la saña de humanos contra sus semejantes.

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