Pagar un tratamiento por una adicción cuesta entre 100 mil y 150 mil pesos en un año, pero sostener una adicción, en promedio, cuesta desde mil 500 hasta 20 mil pesos al mes a las personas, sin contemplar otros gastos que derivan de la misma, como atención a la salud, delincuencia y pérdidas por accidentes.

El presidente del Centro de Integración Juvenil de Querétaro, Víctor Hugo Arellano, advirtió que aunque el costo por rehabilitarse parece alto, el precio de no hacerlo es mayor a largo plazo, además de que las personas adictas son, muchas veces, jóvenes sin empleo o personas que se quedan sin trabajo por sostener el consumo de alguna sustancia y que llegan a delinquir para mantener su estilo de vida.

En el estado, las drogas que más se consumen son el alcohol, el tabaco, la marihuana, la cocaína y los inhalables, con índices por arriba de la media nacional, de acuerdo con datos del Centro de Integración Juvenil.

Una persona adicta en la entidad comúnmente combina varias de esas drogas, por lo que el precio de su adicción se eleva de manera significativa y casi siempre se incrementa la frecuencia de consumo.

Víctor Hugo Arellano advierte que en Querétaro, a una persona le puede llegar a costar entre 100 y 150 mil pesos un tratamiento de un año para atender todos los problemas asociados a su adicción.

“Eso implica frenar el riesgo en su salud, el impacto en su comunidad y su familia, en su consumo, en su actividad económica y hay que pensar que si son menores de edad no trabajan y si no trabajan, entonces ¿de dónde sacan (dinero) para consumir las drogas? Eso los obliga o aumenta la posibilidad de delinquir”.

Según el tipo de consumo de los queretanos que presentan un problema y que combinan “tabaco, alcohol, marihuana y eventualmente cocaína, el gasto es de 20 mil pesos al mes”, contra tratamientos que pueden encontrarse en 10 mil ó 15 mil pesos o mucho menos, porque algunos especialistas ofrecen atención por debajo de los tres mil pesos mensuales.

Muchas personas adictas quedan en una situación de vulnerabilidad “altísima, dramática”. Son víctimas de “una lógica de mercado, porque los que tienen la venta de las drogas impulsan un mercado, deben tener clientes. Por otro lado, están siendo criminalizados y tienen muy pocas posibilidades de desarrollo”.

Con entre 40 y 60 voluntarios, la unidad del Centro de Integración Juvenil local atendió, el año pasado, a 117 mil personas, mil de ellos familiares y consumidores de alguna sustancia y el resto con jornadas de prevención.

Querétaro vive un incremento en las adicciones y una reducción en la edad de inicio, que hace 15 años se situaba entre los 15 y los 20 años de edad, pero ahora se ubica entre los 10 y los 18 años.

“Cuando un menor de 15 años tiene acceso al alcohol y tabaco, que son drogas de distribución legal, aumenta en cinco veces la posibilidad de consumir marihuana; y si un menor de 15 prueba marihuana, aumenta hasta 20 veces la posibilidad de consumir el resto de las drogas de distribución legal, como la cocaína o los inhalables”, dijo Víctor Hugo.

Fernando “N” gasta “un poquito más” de 300 pesos a la semana sólo en comprar alcohol; esto es más de mil 200 pesos al mes. Con los cinco cigarros que se fuma al día, gasta 47 pesos en cajetillas cada cuatro días, lo cual suma otros de 350 pesos al mes.

Según sus cuentas, sus “vicios le salen como en mil 500 pesos mensuales, porque no gasta en marihuana, casi ni la usa y eso que tiene una planta” y sólo un par de veces compró “una grapa”, la última en marzo pasado, que le costó unos cien pesos.

Bebe y fuma a diario, “desde chavito” y como trabaja desde su casa, a las 11:00 de la mañana empieza con una cerveza “por el estrés” y aunque se reconoce “medio alcohólico”, no se considera adicto, porque esos “sí son problemas, ellos no saben ni adónde están”, así que él no necesita ayuda ni se siente mal, asegura.

A sus 41 años, en los últimos cinco años cambió de trabajo cuatro veces, “pero no por el alcohol”, sino porque no “le cumplen las condiciones de trabajo”, porque demandó a un patrón hace tiempo por despido injustificado y eso lo hace faltar a sus nuevos empleos.

Cuando era más joven sí se podía gastar mil 500 en un fin de semana y el sueldo se le iba en eso. “Estaba soltero”. Pero ahora tiene familia y el dinero ya no alcanza, pero “en realidad no tengo una adicción, nomás es para relajarme”, asegura.

Ricardo “N” pasa de los 30 pero sigue soltero y no tiene hijos. Le destina mil pesos a “divertirse” el fin de semana, así gasta cuatro mil pesos al mes. Solo consume alcohol y cigarros. No le quiere entrar a más porque una amiga suya “casi se queda en el viaje” con una grapa.

En los casos de los jóvenes y de quienes se quedan sin empleo a causa de la adicción, el problema es todavía más grande y recurren a anexos o centros que no siempre cumplen con requisitos de seguridad.

El presidente de Fuerza de Vida Querétaro, José Carlos Maya Jiménez, admitió que los anexos incumplen la norma federal que los rige y las personas a las que se atiende no tienen recursos para cubrir el tratamiento de la rehabilitación, aunque sí gastaban tres mil o más en sus adicciones cada mes.

La actual administración estatal desapareció fondos como el Fideicomiso 1350 que les permitía adquirir equipamiento y “la gente que atendemos no tiene recursos, lo que llega es para gastos administrativos”.

Hasta enero había 90 anexos en el estado, 65 de ellos concentrados en el municipio de Querétaro y según Maya Jiménez ninguno cumple con la norma federal que debe regularlos.

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