Día de la Santa Cruz

#Sociedad Este 3 de mayo trabajadores de la construcción llevaron a bendecir sus cruces que colocarán en lo más alto de la obra ¡No te pierdas esta historia!

Publicado por El Universal Querétaro en jueves, 3 de mayo de 2018

El sonido de las cucharas golpeando los ladrillos, las palas haciendo la mezcla y la piel curtida por el sol tendrán hoy un descanso, cuando los maestros albañiles celebran el Día de la Santa Cruz, aunque Lázaro Cosino Aguas, maestro de obra dice que ya no se celebra como antes a los artesanos de la construcción, “la tradición se está perdiendo”.

Lázaro, originario del municipio de Pinal de Amoles, señala que él y sus cinco hermanos se dedican a la construcción. Ahora sus dos hijos varones siguen sus pasos en este oficio, el cual es duro por donde se le quiera ver.

“Primero empezamos de ayudantes (desde hace 30 años) ya ve que para subir a maestro hay que ir aprendiendo poco a poco. Ahorita soy el encargado de toda la obra”, abunda.

Actualmente construye, junto los 15 albañiles a su cargo, un restaurante. Empezaron hace tres semanas y estima acabarlo en un mes, aproximadamente. Los albañiles no paran su trabajo. Mientras unos levantan muros de ladrillos, otros hacen la mezcla. Otros, arman castillos y trabes con varillas, anillos y alambre. El movimiento es constante. Todos saben qué deben de hacer y tratan de hacerlo de la mejor manera.

Equipo de trabajo.

Explica que cada maestro albañil ya tiene a un equipo de trabajo con el cual acude a las obras que les encargan, pues además, debido al auge constructor en Querétaro, el trabajo es constante.

Sin embargo, apunta que para confiar más en el personal se busca también que buena parte de los trabajadores sean de la familia. En su caso, sus dos hijos laboran con él, “ya no encuentra uno gente de otra parte, luego para buscar un ayudante se dificulta, entonces ya tiene que conocerlos, que sean de confianza, que sean chambeadores. Pero también uno debe de quedarles bien, porque si no luego no jala la gente”, abunda.

Comenta que para la obra en proceso, el dueño lo conoce desde hace 20 años, pues no es la primera vez que trabaja con él, ya ha hecho varios proyectos con él y tiene confianza en su desempeño. De hecho es el segundo restaurante que hace para este patrón.

En lo que podría ser, para el ojo inexperto, un caos, para Lázaro es una obra bien planificada. Basándose en los planos de la obra, ya sabe en dónde deben ir los muros, las dimensiones y puertas. El plano se lo dan al patrón y éste a su vez se lo entrega a él, como encargado de la obra, para que se encargue de la edificación. “En el plano me marca todos los castillos, trabes, no se batalla por ese lado”, añade.

Subraya que en ocasiones lo más complicado de su trabajo es encontrar patrones que lo “suban”, porque si se dedican a trabajar con uno y otro maestro no conocen su trabajo y “no se dan a conocer”. Lo más sencillo, dice, es que cada uno haga su “chamba” como se debe y que les paguen puntual el día que les corresponde, en su caso los viernes, pues hacen semana inglesa.

“Es lo que venimos a buscar todos, que nos paguen, porque sí hay muchas partes donde dicen que sólo hay un préstamo (una parte de su salario semanal) entonces la gente que viene de lejos, que vienen por algo y que no les paguen, no saben cómo hacerle. La familia allá esperando la comida y que los patrones acá no paguen, está canijo. Por eso la gente le echa muchas ganas, para que se les pague su semana”, enfatiza.

Es casi media mañana y el sol comienza a calar en la ciudad. Esto no hace mella en los trabajadores de la construcción que continúan con su labor. Uno interrumpe su actividad por un minuto para tomar del refresco sabor piña que está dentro de una bolsa de un minisuper cercano. Bebe un poco y regresa a la brega.

Lázaro camina de un lado a otro de la obra, viendo cómo se avanza en el trabajo y ayudando en donde se necesite “echar una mano”.

Lázaro no es egoísta con su conocimiento de tres décadas dedicadas a la construcción, explica que lo que sabe le gusta transmitirlo a quienes trabajan con él, para que puedan aprender del maestro, y aunque sean jóvenes van tomando los conocimientos que se les comparten.

Confiesa que no tiene una obra favorita, pues como ama su trabajo todas las construcciones que ha hecho le gustan, sin que tenga una en especial.

Dice que en todo este tiempo algo que no ha visto en Querétaro es a alguna mujer que se le acerque a pedirle trabajo. Algo que se le hace raro, pues en otros estados donde ha trabajado ha sido testigo de la actividad femenina en el sector de la construcción. Indica que aunque es un trabajo pesado, no duda en que las mujeres lo pueden hacer bien.

Cambiaron los festejos.

Sobre la celebración de este día, cuando por tradición se conmemora a los trabajadores de la construcción, dice que aún no se ponen de acuerdo con el patrón, para saber de qué manera pasarán su día, para ver qué pueden hacer.

En otros años, dice, “ha habido una barbacoa, llevan la cruz a la iglesia. Hemos festejado, pero la verdad, ya no es como antes, cuando comencé a trabajar. Antes, ese día nomás se hacía limpieza. Llegaba la misa, la comida y hasta ahí. Ahorita nada más un taquito y vámonos a seguir chambeando. Se va cambiando la tradición”, lamenta.

Incluso, sostiene, hay partes donde ya no dan nada este día, no se acuerdan los patrones. Sólo van a la iglesia a bendecir la cruz que ellos misma hacen y decoran con flores. Agrega que con la convivencia de Día de La Cruz incluso se hacen más estrechos los lazos entre los compañeros de trabajo.

Recuerda que hace unos años, en una obra en la Ciudad de México, el festejo fue “de lo mejor”, pues durante todo el día sólo lo dedicaron al festejo y convivir. “Estábamos haciendo un fraccionamiento y llegaron todos los dueños de las casas, e hicieron un fiestón, estuvo muy bueno. Acá está muy difícil”.

Precisa que en Querétaro ya no celebran a los albañiles como antes se hacía, quizá, piensa, es por lo costoso de las cosas para hacer la comida o la fiesta en su conjunto. Una tradición que cae en el olvido de manera paulatina.

Lázaro vuelve a sus actividades. Camina hacia un joven, levanta un muro y le hace algunos comentarios. Luego se dirige hacia otro de los trabajadores y le da una orden. Los empleados acatan la orden, que es más un consejo de un maestro avalado por 30 años bajo el sol, entre ladrillos, cemento, arena, grava y varillas.

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