El Centro de Atención a Niños con Daño Cerebral constituye la primera y única guardería en el estado que ofrece el servicio de cuidado de menores con afectaciones neurológicas severas y, aunque las atenciones que necesitan son más especializadas, eso no detiene a doctores y voluntarios, quienes dedican su tiempo a darles una mayor calidad de vida.

María del Rosario Méndez Galván, quien se desempeña como coordinadora general del organismo, señaló que actualmente se atienden 19 menores, cuyas edades van de del año y medio hasta los 19, quienes padecen de afectaciones que les impiden moverse o valerse por si mismos.

“Son niños que no tienen rehabilitación y lo que hacemos es darles calidad de vida. Estos chiquitos tienen diferentes terapias, no sólo es la de integración: tenemos auditiva, visual, física, de estimulación, y el área de la sociedad la trabajamos a través de la pedagogía”, indicó la Méndez Galván.

La coordinadora del centro apuntó que el personal de la guardería está conformado por ocho personas de base, pero parte esencial para el funcionamiento de la institución son los voluntarios: universitarios que estudian fisioterapia, como el caso de los alumnos de la Universidad Politécnica de Querétaro (UPQ).

“Ellos requieren de mucho cuidado en el sentido de que hay que tener conocimiento. Nosotros tenemos un grupo de médicos que nos apoyan, están al pendiente de nuestros niños, tenemos pediatras, neurólogos, oftalmólogos, traumatólogos, que están al pendiente”, explicó.

Méndez Galván compartió que constantemente se realizan actividades, como llevar a los menores a plazas públicas en caravanas en sus sillas de ruedas,para que se sientan integrados.

Pilares de la maternidad. Por otro lado, la coordinadora del centro enfatizó que muchas de las personas que solicitan sus servicios son madres solteras, “no porque no se hayan casado, sino porque el papá los abandona, y nosotros acogemos a cualquier tipo de niño que tenga circunstancias diferentes”.

“La oportunidad que tienen las mamás es que nosotros cuidamos a los chiquitos en un horario de siete y media a cuatro de la tarde, que les permite conseguir un trabajo”, mencionó la coordinadora del centro.

Sobre el apoyo psicológico que brindan a los familiares de los niños con daño cerebral, en este caso a las madres, acotó que “cuando lo requieren, nosotros podemos canalizarlos, tenemos convenios no sólo con la Universidad Politécnica de Querétaro, sino con el Tec de Monterrey y la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), entre otros”.

Sobre las enfermedades que aquejan a estos menores, precisó que en buena medida son de las vías respiratorias y urinarias, pues al no moverse adolecen de estos males. “Hay niños que tienen neumonías muy constantes, no con nosotros, pues tenemos dos años que con las terapias que les aplicamos en el centro hemos logrado tener cero ingresos hospitalarios”, subrayó.

Explicó que los gastos del lugar son como en cualquier otro instituto de cuidado infantil, sin embargo, en el Centro de Atención a Niños con Daño Cerebral los padres pueden pagar la totalidad de una mensualidad de mil 900 pesos para recurrir al servicio de terapias y alimentos, aunque en otros casos, son canalizados al sistema estatal para el DIF y el municipio para que reciban una beca.

Precisó que también obtienen apoyo de empresas que colaboran con ellos, dando un donativo al mes, para los gastos corrientes que tienen que pagar en sus instalaciones, ubicadas en el número 28 de la calle de Hidalgo.

Voluntariado estudiantil. Monserrat Gutiérrez es una de las voluntarias del Centro de Atención a Niños con Daño Cerebral, quien se desempeña apoyando con el cuidado de los menores, pues tiene una sobrina que acude a esta institución para ser atendida.

Explicó que los cuidados que requieren los menores son como los de cualquier otro, “llegas a sobrellevar la situación y aprendes a llevarlo como si fuera otro niño ‘de parámetros normales’”.

Monserrat es voluntaria de las 7:45 a las 17:00 horas, no sólo en las instalaciones del centro, pues también es la encargada de llevarlos a sus casas, y dependiendo de los niños que estén es el tiempo que labora.

A su vez, Paulina García, estudiante de noveno cuatrimestre en la carrera de terapia física que ofrece la UPQ, dijo que la motivación para ser voluntaria con los menores del centro es que “muchas veces, las personas piensan que por tener una discapacidad no pueden salir adelante, es muy bonito, se siente una gran satisfacción”, puntualizó la estudiante que dedica cuatro horas de su tiempo libre para estar con estos menores tan especiales.

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