Ser artesano de collares, pulsera, anillos y dijes en el Centro Histórico de la capital queretana es para Sandor un estilo de vida y no un trabajo en el que se sienta atado por un sueldo fijo.

“El trabajo de artesano es una forma de vida y no un empleo en el que estés atado a un lugar por obtener un sueldo cada quincena, he aprendido a no depender del sistema y a alejarme un poco de él, yo no tengo refrigerador computadora, celular, horno de microondas o cualquier cosa tecnológica”, aseguró el comerciante.

Los artesanos urbanos —como también se les conoce— forman parte de un oficio que comenzó en los años 70 tanto en las playas como en la ciudad de México.

En un recorrido de EL UNIVERSAL Querétaro por el primer cuadro de la ciudad capital se contabilizó a cerca de 15 artesanos y comerciantes que ofrecen sus productos a turistas y habitantes sobre el piso de la ciudad.

No obstante, este número se triplica los fines de semana, debido a la afluencia de turistas locales, nacionales e internacionales.

Sandor cuenta con 10 años de experiencia dedicándose a la creación de artesanías que son elaboradas con alambre, conchas, piedras, maderas y pieles, a las cuales le va dando forma con pinzas, con sus manos y su creatividad; la forma que impera en las alhajas son las espirales que se unen unas con otras, diseños que hacen cada piezas única.

“Todos comenzamos con unas pinzas con un cacho de alambre con hilo y comienzas a experimentar; en la misma calle con los mismos artesanos que te ayudan y te pasan tips como hacer las joyas más rápido y mejor”, comentó el alhajero.

Actualmente, tiene 25 años y dijo que a la fecha no tiene contemplado cambiar su forma de vida, a pesar de no tener un lugar establecido en el cual comerciar sus productos y no contar con ingresos constantes y fijos.

Sandor ha hecho de su lugar de trabajo el piso de adoquín del andador Madero, ahí coloca una manta para poner sobre ella la joyería que elabora con sus propias manos y creatividad, pues el diseño en las alhajas está determinado por figuras formadas por espirales.

“Esto de ser artesano es una cuestión interior, los artesanos tenemos una habilidad pero sobre todo un sentimiento de ser diferentes al sistema es un oficio igual de noble que un músico como un fotógrafo que, es la pasión que se siente por hacer lo que te gusta y no se compara con nada”, celebró Sandor.

Viajar es la recompensa

Refirió que lo más difícil de su trabajo son los días en los que no se obtienen ganancias, sin embargo reconoció que eso se compensa con la oportunidad que da su oficio de viajar por México y por el extranjero.

“Yo conozco 17 países y he vivido en cinco, por medio de la joyería y las artesanías he visitado la mayoría de América Latina, Estado unidos y Europa; he estado en Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, Perú, Guatemala, Dinamarca y Suecia, es algo que te da mucho, claro que a veces tienes y otras veces no tienen nada”, lamentó.

Para concluir, explicó que la realización de cada pieza le toma de 20 minutos a una semana dependiendo de la complejidad y el material que es utilizado. Sus artesanías las comercia desde 10 hasta 7 mil pesos.

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