“Contrario a lo que muchos piensan, en el Ejército las mujeres tienen los mismos derechos y oportunidades que los hombres”, afirma Yolanda Cancino, quien ayer dejó de ser capitán primero para convertirse en mayor del Ejército en la 17 Zona Militar de Querétaro.

Enfundada en un impecable uniforme azul, especial para lucir en las ceremonias, Yolanda comparte con EL UNIVERSAL Querétaro parte de su vida y el cómo y cuándo decidió incorporarse al Ejército.

La vida militar no es exclusiva de los hombres, ahora cientos de mujeres en el país son parte de esta, y Yolanda es una de ellas. Reitera que todos y todas tienen las mismas oportunidades de desarrollo, aunque todo depende de cada persona, “de la dedicación, fortaleza y constancia que nosotros demostremos”.

Es originaria de Tampico, Tamaulipas. Hace 17 años se enamoró de la vida militar sin planearlo ni quererlo originalmente. Se formó como médico general en la Universidad Autónoma de Tamaulipas y cuando tenía 26 años, ya egresada, fue invitada por la Escuela Militar de Oficiales de Sanidad en la Ciudad de México a dar una serie de pláticas y clases.

“Desde ahí me llamó la atención. Cuando conocí las instalaciones militares, su disciplina, el tipo de formación del personal que integraba esa escuela, su comportamiento, la conducta de los militares, me sorprendió. De inmediato quise ser parte de ellos”, confiesa.

Supo que había vacantes en su área, pidió informes y observó que no existía ningún impedimento que le permitiera buscar una oportunidad. Comenzó dando clases. Su primer grado fue subteniente, posteriormente escaló a teniente, luego a capitán segundo, después capitán primero, hasta llegar a mayor.

Casada, con una hija, Yolanda siempre ha contado con el apoyo de todos sus seres queridos, de hecho es la primer militar de la familia, aunque reconoce que de por medio hay mucho sacrificio: “Es una entrega total, es muy sacrificado, pero eso nos ayuda a valorar más a nuestros familiares”.

Sabedora que su actividad implica muchos riesgos, revela que ha habido algunos momentos en los que ha sentido miedo, sin embargo, asegura que “no es tan malo, el miedo nos enseña a ser cautelosos y precavidos”, además confía que en todo momento tendrá el respaldo y la ayuda de sus compañeros.

Para ser parte de las Fuerzas Armadas señala que es necesario tener convicción de servicio y lealtad al país para actuar en cualquier situación en favor de la población, desde un desastre natural, combate al narcotráfico o incluso una guerra. Bajo esta premisa, Yolanda ha tenido la oportunidad de apoyar con su conocimiento médico en catástrofes naturales como la que ocasionó el huracán Wilma —en el año 2005— y en diversos operativos contra el narcotráfico, en los cuales ha tenido que reafirmar los valores que le han sido inculcados.

Como militar ha radicado en la Ciudad de México, en Pachuca y desde hace cuatro años en San Juan del Río. Se desempeña como comandante de la Sección Sanitaria del 7 Regimiento Mecanizado, brindando atención médica a los militares y a los derechohabientes.

Le gustaría quedarse a vivir en Querétaro, sin embargo, es consciente que no puede hacer planes, puesto que “mientras estemos en activo es impredecible saber dónde nos vamos a quedar, pero tenemos la voluntad de servir y la disposición de adaptarnos en donde nos toque estar”.

Aprovecha la ocasión para recomendar a las mujeres a que conozcan más del Ejército y formen parte de este, donde ella ha encontrado un lugar que le ha permitido crecer personal y profesionalmente.

“Yo las invitaría a que formen parte de esta gran fuerza de México. El Ejército nos da oportunidades de avanzar, siempre y cuando nosotras lo deseemos. Aquí nos inculcan lealtad, disciplina, honor, honestidad y la voluntad de servir y ayudar con nuestra profesión”, concluye.

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