Forman la primera banda de guerra infantil donde pequeños desde los 6 años aprenden a tocar instrumentos como la corneta y el tambor, para representar al estado de Querétaro en el próximo concurso a realizarse el 20 de octubre en el Cerro de las Campanas.

Los niños son de primero a cuarto grado de primaria, pertenecen a la escuela 21 de Marzo, ubicada en Prolongación 20 de noviembre, delegación Centro Histórico.

El director de la banda de guerra, Mibsam Benshimon Cruz Quijano, dijo que el grupo está conformado por niños de edades muy pequeñas, lo que no es común de observar en la entidad, ya sea por la capacidad motriz, la resistencia para el toque y que los instrumentos están creados para personas más grandes.

Hernán Darío Robles tiene 11 años y forma parte de la banda de guerra A sólo dos meses de haber iniciado con el proyecto, ya es “comandante”, es decir, quien al tocar la corneta da las instrucciones a sus compañeros, los forma y define las melodías que se entonarán. “Me gusta mucho ser comandante, se siente bonito, a veces vamos a concursar y me da gusto cuando ganamos, me siento alegre”.

Magdalena Rosaura Guillén, de 8 años, es delgada y, contrario a lo que pudiera parecer, toca la corneta y dice que no le cuesta trabajo. Cuando entró a la banda de guerra no sabía qué instrumento le darían, pero “me enseñó el maestro, yo no sabía cómo se hace, pero es fácil. Hay que tener mucho aire.”

Esta banda se creó apenas en agosto y Cruz Quijano menciona que para él es un logro ver competir a los pequeños contra bandas de guerra conformados por niños más grandes, con años de experiencia y preparación.

“La banda de guerra es algo que tiene que estar presente en el corazón de los mexicanos porque es una manera cultura e histórica, además de tradicional, de rendir homenaje al país, es un amor al arte y es algo de nuestra vida”, dijo el director.

Menciona que desde que era pequeño admiraba las fuerzas militares y quería formar parte del Ejército, acción que no pudo lograr por diferentes circunstancias; sin embargo, halló una forma de rendir honor a la patria: “Cuando iba en secundaria me incorporé a la banda de guerra y desde ahí es mi pasión y se la quiero compartir a los niños”.

El reto fue trabajar con los pequeños, mostrarles la disciplina: “Yo nunca digo que un niño no pueda, al contrario, si le sabemos explicar e infundir ese sentimiento de tocar el himno con nuestros instrumentos, y que lo hagan por gusto y no por obligación, ahí está el cambio”.

Mencionó que una de las mayores motivaciones es que al llegar a un evento “todos los menosprecian” porque están chiquitos, pero cuando los escuchan tocar, las caras de los contrincantes y expectadores cambia, ya que los niños mantienen una coordinación, precisión y potencia incomparables.

“Demostramos que sí existe un extra y que sí se puede dar más y que no somos conformistas, y vamos con todo por ser los mejores”.

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