El jardín Zenea, centro social de la ciudad, lleno de música, baile y color, fue territorio de los sacerdotes de la orden franciscana en la época virreinal, aseguró la historiadora Luz Amelia Armas Briz.

En el parque, ubicado en el corazón queretano, se puede circular libremente y apreciar las bellas edificaciones; años atrás este terreno pertenecía al conjunto conventual de San Francisco, que fue de las primeras construcciones virreinales y servía como un centro religioso, social y económico de la ciudad.

La historiadora Luz Amelia explica que los franciscanos tenían en su poder todos los terrenos que hoy están alrededor del templo de San Francisco, pero ya que con las leyes de Reforma éstos les fueron retiradas.

“Porque los franciscanos eran muy poderosos, cuando llegan aquí se les dan grandes concesiones, se les dan terrenos, se les dan indígenas para servicio y de más; pero con las leyes de Reforma se les quitan terrenos a las iglesias y a los conventos, y el terreno en específico donde ahora esta el jardín Zenea”.

En este terreno se encontraban las capillas abiertas que años después fueron demolidas por la población, porque finalmente eran vistas como un símbolo del racismo que permeaba a la sociedad queretana.

“Plaza de los escombros”

“Cada una de las capillas pertenecía a diferente grupo social, entonces había la capilla para los indígenas, había la capilla para los negros, para los esclavos, para los españoles, en fin; entonces es un terreno en el que está bien significado el racismo, y esta estructura vertical y discriminatoria de los grupos sociales”.

Por varios años se quedaron las capillas demolidas y esto se convirtió en un tiradero, lleno de escombro, “de hecho la población le llamó la plaza de los escombros, y estuvo durante años así”.

Recuerda que las leyes de Reforma hicieron lo que se le llama la desamortización de los bienes del clero, es decir, una privatización de los bienes, “entonces se les quitan estos bienes para ponerlos a la venta y todo lo que no se logró vender a particulares el gobierno se lo queda y les da una utilidad pública”.

Por lo tanto, cuando se le retira estos terrenos algunos se convirtieron en mercados públicos, en bibliotecas y jardines. “Entonces es lo que va a pasar con la plaza de los escombros, ya en la República Restaurada, el gobernador que se llamaba Benito Santos de Zenea es el que decide levantar ese escombrerío y hacen un jardín, un jardín muy bonito, en un primer momento tenía hasta tres fuentes, tenía más árboles; no era como hoy lo vemos”.

En 1875, el gobernador Zenea comenzó el jardín, antes se había llamado plaza 15 de mayo, fecha en que cayó el ejército imperialista de Maximiliano y coloquialmente se le denominó plaza de los escombros por la demolición de capillas.

Aunque dice que “cuando mataron a Álvaro Obregón en esa época se pasó una ley que estipulaba que el jardín se iba a llamar ‘Jardín Obregón’. entonces un sector de la población lo ubica con tal nombre, pero su nombre es Zenea”.

La historiadora explicó que el kiosco se instaló en la época del porfiriato.

Las lámparas y las bancas fueron donadas por la familia Rubio que eran los dueños de la fábrica el Hércules, así como la fuente dedicada a la diosa griega de la juventud Hebe.

Luz Amelia opina que hoy en día el jardín sigue siendo un centro social importante: “El Jardín Zenea, si te das cuenta, sigue siendo un centro social importantísimo, ahí hay música, ahí esta el kiosco, hay baile, hay manifestaciones, de todo, eso nos muestra lo que es esta plaza, sigue siendo el centro religioso, social e incluso político”.

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