Las Águilas es un restaurante de mucha tradición, dedicado completamente a la comida mexicana, con sus enchiladas queretanas y verdes, manitas de puerco, cueritos y encurtidos, tacos dorados, tostadas diversas, tortas, pambazos o guajolotes, entre muchos platillos más, de los clásicos queretanos. La mayoría de sus recetas son de los padres fundadores, pero de las descendientes el pozole y el mole, que a tantos deleitan. El primer negocito, modesto por cierto, lo instalaron en Hidalgo 196, pero fue tanto el éxito y la demanda que en 1974 lo trasladaron a la ubicación actual, a unos pasos del otro rumbo al cerro de Las Campanas. Los Águila y Las Águilas llevan más de cuarenta años haciendo gozar a los golosos queretanos auténticos, tanto en su primer domicilio —unos metros al oriente— como en el espacioso local de hoy.

Don Paulino nació el 22 de julio de 1938, siendo de un carácter tranquilo y afable, una persona justa y trabajadora, nunca se fue de parranda, sino todo lo contrario: muy responsable hasta la fecha; apasionado por el futbol y gran aficionado al Cruz Azul. Doña Araceli, nació también en esta ciudad santiaguense en el año de 1944, concretamente el 21 de marzo, como Juárez; al igual que su esposo Paulino, es muy trabajadora; siempre en la cocina preparando con dulzura y cariño cada uno de los platillos. Doña Araceli creció con el gusto por el comercio, pues desde los once años ya vendía gorditas afuera de su casa, y para los 16 años de edad se convirtió en esposa y madre.

Al famoso y arraigado restaurante acuden clientes famosos, tanto políticos, como artistas. Un importante cliente fue el ex gobernador Rafael Camacho Guzmán, quien disfrutaba del pozole y pollo enchilado, principalmente; Fernando Ortiz Arana, Salvador Septién Barrón y Sonia Alcántara Magos son habituales, y también han contado con la presencia de artistas como Carmen Salinas Lozano; y los deportistas Iridia y Óscar Salazar Blanco, ambos ganadores de medallas olímpicas en Taekwondo. Otras personas sobresalientes entre sus comensales son Jorge García Ramírez, su inseparable Coquito Quiroz de García, El doctor Rábano y Abraham González Contreras. Asimismo, acuden parroquianos que aprecian la consistencia y el sabor de la comida desde hace ya algunas décadas, tal es el caso de uno de sus mejores clientes: el ingeniero Pedro Vela —con su hermosa esposa—, quienes acuden desde el año 1968.

Los platillos más solicitados son las deliciosas enchiladas y pambazos o “guajolotes”.

Elsa, una de las hijas, inicia con desayunos a partir de las 7:00 horas finalizando a las 13:00 horas, para dar comienzo su hermana Silvia con las comidas que es cuando más clientela acude a disfrutar de estos deliciosos antojitos mexicanos, cerrando las puertas hasta las 11 de la noche todos los días de la semana menos el martes que se descansa.

Así han transcurrido los años, llevando a las familias mexicanas esta sazón única que ha sido reconocida por la gente que se deleita de noche en noche y de tarde en tarde.

Siempre amables, cocina limpia e impecable en el orden, nunca admiten una cucaracha o chimen afectos a estos lugares. Es el paraíso para los clientes dados a acompañar un gigantesco pozole bien condimentado con una fría cerveza o una coca en envase de vidrio, como era antes. Es tanta la clientela, sobre todo los domingos al mediodía, que las dos jóvenes pero entusiastas meseritas parecen multiplicarse por diez ante tanto urgido hambriento. Si quieres que no te molesten ni juzguen por pedir varias chelas o micheladas, pide que te atienda la joven de sonrisa encantadora.

 Si aparte andas jodido por un peregrino amor, no tarda en llegar el excelente cantante Chato —desde Tlacote El Bajo— para pulsar su guitarra llorona, pero cuidado si llegan los vividores tunantes que disfrazados de estudiantinos hacen puro escándalo y te quieren cobrar como si fueran los greñudos de Liverpool. Les vendo un puerco convertido en cueritos encurtidos.

Google News