Los habitantes de las ciudades antiguas, particularmente en la época medieval, construían murallas para salvaguardarse de las invasiones y ataques externos. Algunos lugares se conservan aún en condiciones y son claro ejemplo de ello. Tal es el caso de Óbidos, pequeña villa en Portugal, que hoy día vive del turismo y tiene ese singular sabor de aquel tiempo que no regresará.

Las ciudades que siguen creciendo, están inmersas en una dinámica muy distinta y enfrentan otras batallas donde las murallas que construyen ya no son de piedra, sino requieren de inteligencia y tecnología entre otros muchos elementos para tener en buen resguardo a quienes las habitan.

De una u otra manera, pienso que desde entonces se requiere del consenso y participación de la comunidad para lograr construir murallas seguras. Seguramente así lo hicieron antaño y hoy lo debemos seguir haciendo en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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