En la época medieval, los arquitectos de entonces, utilizaron las gárgolas como elementos importantes en las grandes construcciones. Las gárgolas, cuyo nombre  al parecer se origina por la pronunciación en francés del ruido del agua al pasar por un tubo y el uso que de estas figuras de piedra que representaban seres imaginarios y permítanme la expresión “con una grotesca belleza”, tuvieron en los desagües de edificios altos, también con un propósito estético, pero sobre todo con la creencia de concederles la capacidad de ahuyentar a los malos espíritus y en un sentido figurado, arrojarlos como el agua fuera de los muros. Su presencia es explicable si entendemos las tan especiales circunstancias en que se creía y se vivía en aquellos años. Las figuras similares que no están colocadas en las bajadas de agua, reciben el nombre de quimeras, como se muestran entre luz y sombras, en esta imagen de detalles de la catedral de Notre Dame, en París.

Nuestra Querétaro, es una ciudad mucho más joven, con más presencia de quimeras que de gárgolas, ya que en las bajadas de agua de muchos viejos edificios se utilizaron canaletas sin figuras mitológicas, pero hay muchos testimonios de quimeras en su arquitectura, que resulta fascinante descubrir cuando la caminamos, tan solo por el enorme gusto de poder hacerlo en las calles y sitios de este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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