Esta ciudad nuestra luce en primavera su belleza de jacaranda en flor y a pesar del trajín y el bullicio que día a día van mermando la tranquilidad que le distinguía hace años,  tiene la enorme fortuna de conservar espacios que logran un particular silencio y una manera explícita de detener el tiempo.

Muchos de sus templos construidos hace varios siglos, resguardan tesoros, testimonio del arte y la fe de quienes tallaron en madera y pintaron sobre lienzo, sin imaginar siquiera como trascenderían su tiempo para brindar a muchas generaciones venideras la oportunidad de conocer  su talento. Una muestra de ello, es este detalle de uno de los retablos del templo de Santa Clara.

Hoy, son lugares donde, además de su vocación religiosa, las personas podemos restablecer nuestra capacidad de admiración y valoración de lo que significa el patrimonio cultural de este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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