Hay días que se antoja un amanecer de esos donde tan solo se piense en un mar dorado y viento a favor para volar con la seguridad y la certeza de saber a donde  queremos llegar. Se trata de utilizar el instinto y dejarse llevar por aquello que realmente nos mueva.

Muchas veces imagino esta ciudad nuestra como un mar bañado por el sol de su propia historia, lo que la hace especial y única. Suele parecer así cuando está a punto de amanecer y aún permanece casi dormida. Es cuando tiene en verdadero encanto de su color y su viento.

Aprender a volar nos corresponde a nosotros. Lo hacemos en todos los ámbitos de nuestras actividades cotidianas y en el ejercicio de nuestras libres responsabilidades. Después de ver esta foto, sonría y continúe en su propio vuelo, en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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