Lina Giraldo es colombiana y su historia en Querétaro inició hace cuatro años, cuando ella y su esposo llegaron a la ciudad con visa de turistas, lo que les permitía permanecer durante seis meses de forma legal. Su intención era radicar de forma permanente en la entidad, pero esto no lo hicieron público cuando llenaron el formato de migración para ingresar al país, y por ello estuvieron tres años sin documentos de residencia mexicana.

Desde que era niña a Lina siempre le llamó la atención México, lo que escuchaba hablar y le intrigaba conocer eran las pirámides y los mariachis en plaza Garibaldi, una cultura completamente diferente que le hacía querer visitar un país al norte del suyo.

La decisión definitiva de probar suerte para venir a vivir a México surgió porque su cuñada, la hermana de su esposo, ya vivía aquí.

“Cuando decidimos venirnos a vivir a México yo busque en internet y me decía que Querétaro era uno de los estados más seguros y más comerciales, por eso tome la decisión (…) Somos de Medellín, Antioquía, y a todo es difícil adaptarse, la comida, los cambios de temperatura, el frío, esas cosas al principio son muy difíciles, nunca vas a dejar de extrañar pero sí te acostumbras (…) De donde yo soy le dicen la ciudad de la eterna primavera, nunca está ni muy frio, ni con mucho calor, no son tan extremas como acá, para mi es más difícil acostumbrarme al calor”, puntualizó viendo al cielo que estaba un poco nublado.

Con respecto al tema migratorio, Lina reconoció que es un proceso difícil, sobre todo porque deben esperar a que la embajada publique amnistías para que puedan aplicar y solicitar permanecer en México.

“Nosotros nos demoramos para legalizarnos tres años, de los cuatro que llevamos aquí, tenemos un año legal, estábamos totalmente ilegales, solamente los primeros seis meses estábamos como turistas, de ahí para allá estas totalmente ilegal hasta que logras encontrar la manera de regularizarte, como te digo tiene que tener un vínculo familiar, saliendo y volviendo a entrar, o por fines de estudio”, expresó con una sonrisa en la cara.

Para los hijos de Lina el haber cambiado de país también resultó problemático, ya que al no tener documentos como residentes mexicanos, en la escuela no les podrán otorgar los certificados correspondientes; aseguró que sí acuden a la escuela porque uno de los derechos de los niños protege su acceso a la educación.

“Pero no pueden graduarse porque no cuentan con un CURP, no son residentes, ese es el tipo de problema que puede tener un menor (…) A mis hijos más pequeños no les costó trabajo adaptarse, hicieron amigos fácil, les parece súper chévere como hablan, se adaptan y quieren comer el chile y todas esas cosas, a la mayor un poquito más, y a su edad y su grupo de amigos y del colegio, es el cambio”, comentó después de darle un sorbo a una taza con café de Colombia que estaba bebiendo.

Diferencia de niveles escolares

Para Laura, su hija mayor, fue más difícil sobre todo por la diferencia de grados escolares que hay entre Colombia y México, con 18 años está cursando preparatoria, mientras que en su país natal tendría que ir a la universidad desde hace dos años.

Laura, por el tema de la escuela, llegó apenas hace un año a Querétaro, sin embargo, tuvo que repetir un año de preparatoria.

“Llegué y entré a cuarto de prepa, lo que más me costó fue el colegio, porque como todas mis amigas se van a graduar, yo no, eso y la comida, era muy complicado adaptarse al principio porque todo te pica, y nada te gusta, extraño más a mis amigos”, contó Laura, con escasas palabras y algo de pena.

Lina y su familia, ahora siendo legales, establecieron su negocio llamado “Que Bacano”, en el cual ofrecen comida colombiana a connacionales y queretanos. El negocio, refirió, tiene apenas seis meses, ya que al ser ilegales no podían emprender un negocio formal, y para solventar gastos anteriormente vendían zapatos y comida desde su casa.

“Siempre te van a acoger bien, el mexicano con uno es bien especial, siempre te van a ayudar, siempre van a estar pendientes, la gente que hemos conocido que ha estado alrededor de nosotros nos han ayudado mucho, nos han impulsado mucho, nos ha ido muy bien, la verdad sí queremos mucho a este país”, manifestó con semblante feliz.

Juan David, el esposo de Lina, cuenta que la idea de cambiar su país de residencia, fue de los dos, pero más de su esposa, quien se dedicó a buscar qué ciudades o estados eran los mejores para vivir, además de que su hermana, que estudiaba en Querétaro, motivó más a tomar la decisión, porque contaba lo bonito que es México.

La decisión, aseguró Juan David, les tomó entre unos 15 y 20 días. Al estar 100% seguros comenzaron a vender todo lo que tenían, empacaron y tomaron un vuelo hacia un nuevo destino. Primero llegaron Lina y Juan David, seis meses después, ya instalados, llegaron sus dos hijos menores.

“Yo si tenía en la mente Querétaro, mi hermana viva acá, nos contaba lo bueno y tranquilo que era, siempre fue Querétaro y hasta el momento va a seguir siendo Querétaro, somos queretanos, ya salimos a otro estado y me da emoción cuando llego a Querétaro porque dice bienvenido, me siento como si estuviera llegando a mi ciudad en Colombia”, concluyó Juan David.

Lina, Juan David y su familia no vislumbran regresar a vivir a su natal Colombia, incluso, los padres de Lina ya radican en Querétaro; solo regresarán, pero de vacaciones, porque se sienten en casa.

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