Desde hace un centenar de años, la familia Wagner dedica sus días a mantener viva la herencia familiar más importante de todas, un jardín botánico repleto de miles de cactus y cactáceas, creado por sus ancestros alemanes, la bióloga Carolina Wagner y el pintor paisajista Fernando Schmoll, en 1920.

Se trata del Vivero Quinta Fernando Schmoll, ubicado en el municipio Cadereyta de Montes, mismo que actualmente es administrado por la quinta generación de la familia Wagner, y que el próximo mes de agosto cumple sus primeros 100 años.

Heinz Wagner, actual administrador del vivero, recuerda con orgullo como sus bisabuelos, Fernando Schmoll y Carolina Wagner encontraron el equilibrio perfecto entre sus profesiones y comenzaron un cultivo de cactus y suculentas, algo que 100 años después, aún continúa entre sus familiares.

“Antes la única forma de tener registro de las plantas era realizando pinturas, entonces ese era el trabajo de mi bisabuelo Fernando y la pasión de mi bisabuela Carolina por las plantas también tuvo cabida en esta labor de cultivar e iniciar un vivero; en sus viajes por el mundo los dos siempre recopilaban cactus y semillas, así formaron una de las colecciones más importantes. Esta es una de las empresas más antiguas de Querétaro y eso nos da mucho orgullo”, comenta.

El Vivero Quinta Fernando Schmoll tiene una longitud de aproximadamente 8 hectáreas, en este espacio se aglomeran más de 4 mil plantas entre cactus y cactáceas, algunas de estas con más de 100 años de edad, a pesar de su diminuto tamaño. Entre los más comunes, están los llamados “viejitos” y los “silla de suegra”, también se encuentran biznagas, sabilas y magueyes.

Al llegar al lugar, una enorme fuente en forma de pileta da la bienvenida a los visitantes, al igual que los casi 80 patos que nadan despreocupados sobre el cuerpo de agua. La quinta muestra orgullosa el nombre de su fundador en la entrada principal, donde los turistas inician un recorrido guiado. Desde que se ingresa al lugar, la temperatura cambia, el calor desaparece y la frescura de las plantas inunda todo.

Los ojos no sabe hacia dónde mirar, cada una de las cactáceas embriaga la vista de forma diferente. Orgulloso de su trabajo, Heinz Wagner explica la diferencia de cada vivero, donde se albergan las especies más exóticas y antiguas, que por estar en peligro de extinción, son protegidas por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) de hecho, si alguna de estas plantas llegara a morir, se tendría que hacer algo parecido a un acta de defunción y explicar las razones por las que se secó.

Por eso, mantener en buen estado el vivero no es un juego, ni mucho menos una tarea sencilla. Heinz ha pasado incontables fechas importantes como Navidad, Año nuevo, Día de las Madres e incluso se ha privado de unas merecidas vacaciones, para aplicar a tiempo los fertilizantes, un elemento primordial para que cada cactus y cactácea se encuentre en óptimas condiciones.

Heinz Wagner no aprendió todo lo que sabe de un día para otro, recuerda las incontables tardes junto a su padre Enrique, inspeccionando cada planta, asegurando su salud, regulando la temperatura del invernadero y evitando minuciosamente que se presentara alguna plaga. Así también ha sido la vida de su hija, quien en un futuro será responsable de continuar con esta tradición familiar, que cada año atrae a cientos de turistas y sobre todo, a estudiantes y académicos, amantes de la biología.

Cabe destacar que el Vivero Quinta Fernando Schmoll es el único que cuenta con los permisos correspondientes de la Semarnat para poder exportar las especies. Este lugar ha exportado plantas a Holanda, Alemania y Marruecos, aunque la principal cantidad de ejemplares se distribuye en México, debido a los interminables filtros de seguridad que deben aprobarse para enviar alguna especie al extranjero, lo que encarece el trabajo y deja de ser rentable.

“Somos el único vivero en México con los permisos de Semarnat para producir y exportar, son muchos filtros, muchos estándares de seguridad los que debemos aprobar para obtener este permiso, eso habla de la calidad de lo que aquí producimos. Tenemos permiso para reproducir 3 mil 500 especies y reproducimos alrededor de 350 especies por año, sin repetir ninguna; para muchas de nuestras plantas está prohibida su comercialización pero nosotros las reproducimos para los distintos estudios de las universidades. Es una gran responsabilidad”, resalta.

Y por supuesto, para cerrar con broche de oro este primer centenario de vida de la Quinta Fernando Schmoll, la familia tiene planeado una inmensa fiesta para recordar a los fundadores alemanes, pero también para recordar lo mucho que ha crecido el proyecto familiar durante una centena de años.

Aunque la agenda de actividades aún no está confirmada, podría darse a conocer en las próximas semanas. Entre las actividades que no pueden faltar durante la celebración, comenta Heinz, está una posible exhibición de pinturas de su bisabuelo Fernando Schmoll, quien sin saberlo, empezó junto con su esposa Carolina Wagner, una actividad familiar, que está lejos de terminarse.

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