Abril López, ingeniera de profesión, habría dado cualquier cosa para que su pequeño hijo, que estuvo hospitalizado por más de 10 años, tuviera un triciclo portasuero para jugar en los pasillos del hospital, porque tuviera una distracción y una herramienta que le permitiera salir de la cama.

Afortunadamente su hijo se convirtió en adulto y pudo superar la enfermedad que lo tuvo postrado durante más de una década, pero “hay experiencias que jamás se olvidan”, comparte Abril.

Por aquellos años transcurridos en los pasillos del Hospital Infantil de México Federico Gómez, hoy Abril y su esposo Adrián Torres se encargaron de modificar 105 triciclos donados por particulares al Colegio Médico del Estado de Querétaro para repartirlos en los principales hospitales de la entidad.

Transformación simbólica

La colecta comenzó meses atrás y rebasó las expectativas del Consejo Directivo del Colegio Médico. La presidenta de dicha organización, Irma Quintanilla, se planteó una meta de 40 triciclos, aunque al final se recolectaron 120 de estos pequeños vehículos infantiles.

“Fue una grata sorpresa la respuesta de la gente, pensábamos recibir entre 40 y 50 triciclos y al final recibimos 120, aunque sólo 105 triciclos se pudieron modificar, debido a sus características físicas, pero aún así es una gran ayuda, ya buscaremos otra función para los otros cochecitos que nos donaron”, comenta Quintanilla.

En total se modificaron 104 triciclos y una andadera, cada uno de estos vehículos infantiles fue adaptado con un portasueros, lo que permitirá que los menores puedan divertirse sin dejar de recibir sus medicamentos.

Triciclos portasuero, un trabajo hecho con amor
Triciclos portasuero, un trabajo hecho con amor

Los triciclos portasueros serán entregados a nosocomios como el Hospital del Niño y la Mujer y los hospitales de Jalpan, Cadereyta y San Juan del Río, entre otros.

Irma Quintanilla comparte que los interesados participaron en dicha actividad donando triciclos, pintura e incluso con aportaciones económicas, pues cada triciclo modificado requirió una inversión aproximada de 500 pesos.

“De hecho ya tenemos 50 triciclos más, además de estos 120, la gente no deja de apoyar, nos sorprendió para bien toda esta campaña de donación. Creo que hay que replicar estas acciones, porque es un proyecto que cambia la vida de los pequeños pacientes que están internados”.

Granito de arena

Cuando Abril y su esposo Adrián se enteraron de la convocatoria para donar triciclos, de inmediato aportaron su granito de arena. Sin embargo, su labor no terminó ahí, pues a petición de varios médicos integrantes del colegio, apoyaron también con la modificación de dichos juguetes.

“Nosotros tenemos otras actividades laborales que nada tienen que ver con triciclos o juguetes, pero somos ingenieros y eso nos dio una noción de cómo deberían ser las modificaciones, así que decidimos apoyar también con eso al Colegio Médico.

“Lo primero fue hacer pruebas, debíamos calcular cuánto pesaban las soluciones que los niños generalmente usan en los hospitales, cuánto pesa el portasueros, cuál debería ser la distancia y la altura correcta al momento de insertarlo en el triciclo, en fin. Nuestros conocimientos en ingeniería civil nos fueron muy útiles en ese momento”.

Fue en estas pruebas piloto cuando Abril y Adrián se dieron cuenta que no todos los triciclos donados podrían convertirse en portasueros, por lo que decidieron modificar sólo aquellos que fueran seguros para los pequeños.

De hecho, su mejor trabajo, según ambos esposos, no fue la modificación de un triciclo, sino la de una andadera, diseñada para que la usen los bebés.

“Comenzamos a hacer pruebas y ahí nos dimos cuenta que, por ejemplo, algunas bicicletas que habían donado no eran viables para adaptarlas con portasueros, porque el niño podía tomar mucha velocidad y resultaría peligroso, o también nos topamos con triciclos hechos completamente de plástico y eso tampoco resulta viable, porque podrían voltearse, con el peso del portasueros y de las sustancias”.

“Finalmente terminamos un triciclo completo y se llevó a un hospital para que un niño lo usara y vimos que funcionó perfectamente, la cara del niño que lo usó es indescriptible, era de felicidad”.

Abril y Adrián modificaron los 105 triciclos en la empresa en donde laboran, Abalon México, donde también contaron con el apoyo de sus compañeros de trabajo.

Para el matrimonio, colaborar con esta labor altruista fue un trabajo muy significativo, pues sintieron que con su trabajo regresan todo el amor y las atenciones que su hijo recibió durante varios años de estar internado en el hospital.

“Lo único que hemos pedido al Colegio Médico es entregar uno de estos triciclos personalmente al Hospital Infantil de México Federico Gómez, donde estuvo internado mi hijo. Realizar este trabajo nos llevó varias semanas pero fue muy hermoso, veíamos esa andadera y decíamos, un niño la necesita, al igual que los triciclos, fue un trabajo hecho con mucho amor”, comenta.

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