Juan Arreola Luna, coordinador de Donación de Órganos y Tejidos con Fines de Trasplante del Hospital General del ISSSTE, coincide en decir que tiene uno de los empleos más complicados del mundo, pues debe abordar a los familiares de pacientes que acaban de morir para solicitarles que donen los órganos de su familiar para que otras personas tengan una oportunidad de vida.

El doctor Juan busca la sombra de un árbol en el Jardín de los Héroes que donaron vida, en la entrada del Hospital General del ISSSTE, donde recientemente se han sembrado por los familiares de donadores de órganos para preservar su memoria.

“Desafortunadamente nosotros abordamos a las familias en el momento más crítico y doloroso y no es nada más para decir que los acompañamos o en qué les podemos ayudar, sino es solicitarles el apoyo para salvar otras vidas y es muy difícil.

“Hay gente que reacciona tranquila. Algunos toman una actitud violenta, mencionando que ‘todavía que está muerto y me está pidiendo’. Hay de todo. Es difícil pero lo tenemos que hacer”, indica.

Dice que existen dos modalidades, que es cuando el paciente cae en muerte encefálica, que es cuando el corazón del paciente late, respira y tiene temperatura, pero ya no hay actividad cerebral, lo que legalmente significa que está muerto. Eso es lo que genera más conflicto a la gente, que espera un milagro. Preguntan que cómo va a estar muerto su familiar si respira y si late su corazón.

“Desde ahí les explicamos qué está pasando con su familiar y le damos su certificado de que el paciente está legal y clínicamente muerto. Les decimos que la respiración y el corazón están apoyados con aparatos y medicamentos, que por eso los abordamos, que no es una falta de respeto ante su dolor. Es una carrera contra el tiempo”, menciona.

Explica que los órganos para trasplante se deben de obtener antes de que el corazón pare. Se debe entrar a quirófano aún latiendo con apoyo mecánico para asegurar el buen estado de los órganos para donar. La carrera contra el tiempo empieza desde ese momento.

Para la donación se apoyan del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, en la Ciudad de México, vienen en helicópteros cirujanos de alta especialidad, hacen el procedimiento. Todos los órganos se extraen de manera rápida. Cuando apenas sale un equipo con un órgano, dice, ya está listo el otro para obtener el siguiente.

La otra modalidad, en la cual no se tiene tanto conflicto, es cuando el paciente cae en paro cardiaco, cuando ya no hay respiración. Ya los familiares saben que su paciente murió, pero ahí sólo pueden obtener tejidos como córnea, ligamentos, huesos, vasos sanguíneos y válvulas cardiacas. En estos casos los especialistas viajan por tierra por los tejidos, pues éstos se pueden usar, como el caso de los huesos, hasta cinco años después de que se procesa.

Dice que para el traslado de órganos se cuenta con todo el apoyo de las instancias de gobierno federal. Las aeronaves de las fuerzas armadas, así como las de la Fiscalía General de la República (FGR), además de que hay convenios con todas las aerolíneas comerciales, para que en un momento dado, si coincide que tengan un órgano y hay un vuelo que los pueda apoyar, también hay convenios con particulares que tienen aeronaves y facilitar el traslado.

El doctor Arreola explica que cada institución tiene sus directrices para recibir órganos. En el caso del ISSSTE los requisitos para ser donadores es que no pasen de 70 años, aunque si pasan de esa edad se valora si pueden obtenerse los órganos.

Otra directriz que toman en cuenta es que el donador no tenga ninguna infección grave. Asimismo, que no tengan cáncer, porque es una enfermedad que se pueda transmitir a la persona que reciba el órgano.

En el caso de los pacientes con VIH, se pueden tomar los órganos y tejidos, pero se pueden usar para otra persona receptora que tenga la enfermedad. Lograr los órganos para trasplantes es complicado.

El doctor Arreola señala que para él no hay horarios, pues le deben notificar cuando un paciente fallece y hay que empezar con los protocolos de donación, sin importar la hora, día o fecha. Debe de llegar en media hora al hospital. Se toman fotografías del expediente y algunas partes del donante y se mandan a la Ciudad de México.

“Allá hay una serie de expertos que cuando hacemos la llamada (para avisar de un posible donante) empiezan a analizar las situaciones. Les mandamos toda la información en cuanto a laboratorio, evolución, antecedentes del donador. Les digo que según mi criterio es un candidato. En cuanto dicen eso, mando hacer un panel viral, para ver que no haya ninguna infección y ver el grupo sanguíneo”, abunda.

Mientras se hace eso, en otra parte, la FGR empieza a movilizar sus aeronaves, se buscan a los receptores potenciales y los estudios de compatibilidad. Todo es a contrarreloj.

No ha sido fácil el trabajo en esta área que surgió por el interés de la doctora Diana Yudith Miranda Salazar, dice Arreola Luna, pues las respuestas de la gente en un momento de dolor son variadas.

Recuerda que un hombre, cuyo hijo había muerto, estaba pasando por el peor momento de su vida. Él trataba de convencerlo de que donara los órganos de su familiar, pero mantenía los puños cerrados. El doctor Arreola Luna y otro médico que lo acompañaba pensaron que el hombre los golpearía. El hombre en su crisis personal dio un golpe en la mesa y les dio a conocer que donaría todos los órganos de su hijo.

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