“Mi niño era muy alegre, muy compartido, bailaba, cantaba y la vida nos cambió, nos cambió, no sé si por ser ignorantes o por no saber la gravedad de un golpe en la cabeza”, dice Citlally Magali Maya, madre de Isaac Gabriel, el menor de 11 años  que tuvo una caída en su primaria el pasado 30 de marzo y que, por negligencia en su escuela, hoy está parapléjico.

Aquel miércoles 30 de marzo quedará por siempre en la memoria de la madre de Isaac y en la de sus dos hermanos, pues ese día, sus vidas dieron un giro de 180 grados.

Hoy todo transcurre en hospitales, en carreras entre el trabajo, en ausencias y en un cuarto de hospital.

Apenas la semana pasada,  Issac cumplió 11 años, pero no supo que su familia estuvo con él y lo celebró, pues el daño neurológico es tal, que no está consciente de su realidad, ni distingue las palabras; los doctores le dicen a su mamá que es como si su hijo hubiera vuelto a nacer, y tendrá que volver a enseñarle a caminar, a comer, a hablar.

Por su puesto que la madre exige respuesta por parte de la escuela y habrá un proceso legal para ello; sin embargo, la exigencia principal es  que se instalen cámaras dentro de las instituciones educativas, que les permitan conocer lo que sucede dentro de éstas, pues los profesores pueden dar su versión de los hechos y no hay evidencia que demuestre lo contrario.

También exige al estado brindar capacitación a las escuelas para la atención de accidentes y la instalación de enfermerías dentro de las instituciones públicas en la entidad, para que lo que le sucedió a su hijo no vuelva a pasar.

“Mi petición es para la escuela principalmente, y no sólo para esa escuela, sino en todas las escuelas que hay, porque es imposible que no sepan atender un golpe en la cabeza, que no lo hayan detectado, por querer ocultarlo o porque no tienen cursos de primeros auxilios o primer respondiente, que no sepan el daño que han causado”.

Citlally relata que alrededor de las 11 de la mañana de ese 30 de marzo recibió una llamada por parte de la escuela de su hijo, la primaria República Francesa, en El Garambullo, Querétaro, donde la directora le informó que Isaac se había caído, pero que se encontraba bien, sólo lloraba mucho y querían que su madre lo tranquilizara.

"Me hablan diciéndome que se había caído en la primaria, que había sufrido un resbalón, pero la maestra lo tomó con calma, me lo dijo con calma. La directora me dijo: es que el niño se cayó, si gusta hablar con él, me lo pasan y el niño nada más lloraba, yo le preguntaba ‘¿qué te pasó?’ y me dijo ‘me caí’,  le pregunté ‘ ¿cómo te sientes?’ y me dijo ‘triste’, pero estaba llorando y no dejaba de llorar, así que le pregunté si quería que fuera por él y me dijo que sí”, cuenta.

Al llegar a la escuela halló a su hijo sentado solo en una jardinera, llorando; luego la maestra se acercó y le comunicó que el menor  sólo tenía unas laceraciones del lado derecho, debajo del oído, y que ya había hecho las curaciones necesarias, pero comentó que lo que Isaac quería era que “lo apapache la mamá”.

Al subir al auto, su hijo refirió que tenía sed, por lo que le compró un jugo y emprendieron el camino, le preguntó qué sucedió, pero el niño contestó  que no recuerda nada, que no sabe si se cayó o si lo tiraron, ello enciende la alarma en su mamá y decidió  dirigirse a un médico, pero cuando iban en camino, Isaac comenzó a vomitar “a expulsión”, por lo que su madre corrió a la  clínica más cercana.

“Ahí fue donde yo ya no me esperé y me fui a la clínica 9 y ahí todavía tardamos porque había gente en urgencias, nos tardaron en atender, pero el niño se dormía, se desvanecía, no tenía control del cuerpo, iba como caminando chueco, yo lo agarré y lo abracé,  como pude lo cargué,  cuando nos atendieron, ya cuando lo pasa el doctor y empieza a preguntar datos de él, pues ya empieza a desvariar, ya no contestaba correctamente, no sabía ni cómo me llamaba, se me quedaba viendo y no reaccionaba”, agrega.

Tras una breve revisión, el médico determinó que el niño iba muy mal, por lo que llamaron a una ambulancia y fue donde tuvo el primer paro respiratorio; una vez que arribó al Hospital del Niño y la Mujer le diagnosticaron trauma craneoencefálico.

“Nos refieren que tuvo un trauma craneoencefálico, del cual me empezaron a decir del daño y a mí me indagaron, obviamente piensan que uno lo golpeó o que se me cayó, pero yo les dije que no, porque incluso traía su uniforme. Les conté la situación y hasta la noche fue cuando yo supe qué fue lo que pasó, indagando con los papás, porque fue increíble que, de un raspón, como me lo entregó la maestra, hayamos llegado a esto”.

“El niño ya trae un daño neurológico irreversible, todo el lado derecho frontal, todas sus neuronas están muertas, mi niño está postrado en cama, no reacciona, no entiende el medio, no coordina el cuerpo. Nos cambiaron la vida, a él más que nada, y a mí”.

Citlally asegura que no busca culpables, pero sí pide justicia, pues hasta la fecha la escuela no ha dado un informe real de lo que sucedió, “estuvimos las primeras semanas y yo no sabía cómo de un raspón pasó a un trauma craneoencefálico, cómo fue el golpe, no entendía”.

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